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234 GUÍA DE SUPERIORES nes impuestos por la autoridad. Todo eso que se com– prende en la expresión de observancia regular es como una mortificación cotidiana. Propter te mortificamur tota die (34). El estado religioso supone privaciones sin cuento: se– paración de la familia, de las amistades, de lugares deter– minados y queridos. Tiene que aceptar tantas imposicio– nes inesperadas, tantas compañías desagradables, tantas adversidades de todo género. Por esto San Bernardo dice que la vida religiosa es un lento martirio, más cruel que el de la espada. Illo quidem, quo membra caeduntur ferro, horrare quidem mitius, sed diuturnitate molestius (35) . .Todo ese conjunto de sacrificios, de observancias, de rrencimientos, de abnegaciones, de privaciones, el alma misionera lo ofrece pro mundi vita (36). Gregorio XV, en la Bula de canonización de Santa Te– resa, dice que la Santa "lloraba con perpetuas lágrimas las tinieblas de los infieles y herejes, y por iluminarlos no sólo dirigía continuas oraciones, sino que ofrecía ayu– nos y afligía su carne con penitencias" (37) . En la vida de Santa Verónica de Julianis se lee que quería predicar la fe a todos los que no adoraban al ver– dadero Dios. "Hago con este fin-dice-todas mis peni– tencias, y mientras me mortifico, digo al Señor: Dios mío, no cesaré de castigarme mientras estas almas no se con– viertan a Vos. Paso horas en este ejercicio, y siempre me sentí ansiosa de padecer por la salvación de las al– mas" (38). (34) Rom., VHT, 36. (35) In Cant., :J.. II, P. L., 183, 909. (36) Joann., VI, 52. (37) Cfr. GREGomus XV, OmnJpotens Sermo Domini, Bulla– rlum Rom.. t. XVII, p. 575, Aug11:,;tae Taurinorum, 1867. (38) Cfr. Un Tesoro, o sea, Diario de Santa Verónica de

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