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CONF. xv.-DB LA BSPmITUALIDAD MISIONERA 233 nor grado, como María al pie de la Cruz, de su obra re– dentora... El sacrificio, además de ser meritorio y satisfactorio para nosotros, se puede también enajenar en bien del prójimo como el mismo Apóstol lo dice: Ideo omnia sustineo propter electos, ut ipsi salutem consequantur, quae est in Christo Jesu (33). Yo puedo satisfacer por los otros. ¡Cuántos casos encontramos en las vidas de los san– tos antiguos y modernos, cuyas penitencias, sacrificios y dolores ofrecidos por la conversión de los pecadores, de los moribundos, de los obstinados... han merecido la conversión inesperada! Las palabras mortificación, sacrificio, penitencia, aus– teridad... son duras a la humana sensibilidad; pero en la economía de la gracia tienen valores incalculables. La mortificación y el dolor son fuentes de vida y de bien– aventuranza evangélica. Al Religioso se le presentan muchas ocasiones para convertir su vida de austeridad y penitencia en instru– mento de apostolado. Prescindiendo de lo que personal y voluntariamente se sacrifique por el bien del prójimo, en virtud de su estado y por medio de la observancia de sus leyes, dispone de un filón de oro de inapreciable valor. Los votos religiosos se consideran como una inmola– ción en la que el hombre sacrifica a Dios el. triple orden de bienes que posee: los bienes exteriores, por la pobreza; los placeres sensuales, por la castidad; la propia voluntad, con la obediencia a la autoridad y a las leyes. Además, todo Instituto tiene su legislación particular, sus observancias determinadas, sus trabajos y ocupado.. (33) II Tim., 2, lC.

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