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CONP, xv.-DE LA ESPmITUALIDAD MISIONERA 229 damos nuestra mano salvadora para que entren en el arca de salvación y no perezcan ahogados en las aguas de la gentilidad. San Pablo compara la Iglesia a un edificio fundado sobre los Apóstoles, cuya piedra angular es Cristo. lpso summo angulari lapide Christo Jesu (22). Nosotros vivi– mos en él no como extranjeros o huéspedes de paso, sino como conciudadanos de los santos. Por la vocación religiosa se excluye el egoísmo per– sonal o colectivo, se alargan los horizontes, dilatantur spatia caritatis. Amamos a todos los hombres como a hermanos de la gran familia de Dios Redentor. d) Brillar en el celo por las almas. El divino Maes– tro nos dice: u¿Qué provecho sacará un hombre si ga– nare todo el mundo, pero malograre su alma?;, (23) . Dios quiere que todos se salven. Por nosotros los hombres descendió del cielo y se dió a Sí mismo como rescate por todos (24). Por esto escribe Tertuliano: "No hay cosa inás digna de Dios que la salvación del alma" (25). San Pablo decía que se hacía todo para todos a fin de ganarlos a todos (26). "Yo con sumo gusto gastaré y me· desgastaré a mí _mismo en bien de vuestras al– mas" (27). . La caridad de Cristo nos urge para dedicarnos con ardor a la salvación de las almas, no ya de los hombres que viven cerca de nosotros, de nuestros parientes, con– nacionales, sino de todos, aun los más lejanos del Afri- (22) Eph., II, 20. (23) Matt., 16, ¿6. (24) I Tim., 2, 1 (25) Adver. Marcion., II, 27, P. L., II, col. (26) I Cor., 9, 22. (27) 11 Cor., 12, 15.
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