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228 GUÍA DE SUPERIORES verdadera naturaleza humana, así también la Iglesia... asume en sí la plenitud de todo lo que es genuinamente humano, y lo eleva a fuente de fuerza sobrenatural, dondequiera y como quiera lo encuentra (17). Debemos amar a la Iglesia como Jesucristo la amó tan sin medida que, sin excluir a nadie, abraza en su Esposa a todo el género humano (18). Pío XI dice que "sería indigno de la caridad con que debemos abrazar a Dios y a todos los hombres el que, contentos con pertenecer nosotros al rebaño de Jesucristo, para nada nos cuidá– semos de los que andan errantes fuera de su redil" (19). Debemos trabajar por la edificación y crecimiento del Cuerpo de C_risto todos los que gozamos de su luz, de su vida y de sus carismas. Pío XII concluye la Encíclica Corporis Christi Mystici con estas palabras: "No pode– mos dejar de exhortar nuevamente a todos los cristianos a amar con ternura a su Madre la Iglesia con amor activo y diligente. Para su seguridad y desarrollo, cada vez más venturoso, ofrezcamos cada día al Padre Eterno nuestras plegarias, nuestros trabajos y penas, si verda– deramente t<?mamos a pecho la salvación de la universal familia humana rescatada con la Sangre divina" (20). La espiritualidad misionera respecto a la Iglesia es amaria y trabajar por ella en sentido intensivo y ex– pansivo. Que nuestro interés se extienda por todos los continentes. Como dice el Papa: "Un número conside– rable de los apartados del redil de Jesucristo miran hacia la lg~esia ·'veluti ad unicum salutis portum" (21). Ten- (17) AA. S, 1945, 37, p. 20. (18) AA. S, 1943. 35, p. 239. (19) Rerum Ecclesiae, AA. S, 1926, 18, p. 68. (20) AA. S, 1939, 31, p. 246. (21) AA. S, 1942, 34, p. 194.

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