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224 GUÍA DE SUPERIORES de Dios Trino y Uno. El Religioso, colocado por voca– ción divina en un estado privilegiado, debe mostrar al Padre celestial un amor de agradecimiento por la vo– cación gratuita a la vida de perfección. Los Sumos Pon– tífices, exhortando a los cristianos a cooperar a la pro– pagación de la fe, aducen entve otros motivos el agra– decimiento a Dios por la fe recibida. Benedicto XV dice: "Cuantos contribuyeron en la medida de sus posibilida– des a llevar la luz de la fe a los infieles, principalmente ayudando a la obra de los misioneros, habrán cumplfüo con su deber en tan importantísimo negocio, y habrán agradecido a Dios de la manera más delicada el beneficio de la fe" (10). Pío XI, en la Homilía de Pentecostés de 1922, predica– ba: "Todos hemos participado más o menos cada día de los beneficios de la Religión. La luz de la fe ha ilu– minado desde la cuna toda nuestra vida. Desde nuestros primeros años nos fué dado el sentarnos a la mesa di– vina y particular del celestial banquete... ¿Qué puedo hacer yo a cambio de esas gracias recibidas? Para agra– decer el don de la fe que hemos recibido de Dios, con– tribuyamos a comunicar a otras almas esa misma fe. Para pag:ar los tesoros de gracias de que Dios nos ha colmado, contribuyamos con todas nuestras fuerzas a llevar estos tesoros lo más lejos posible, al mayor nú– mero de criaturas de Dios nuestro Señor" (11). El Religioso debe desear vehementemente y con sed de redención que Dios sea conocido y alabado por todo el mundo; que sea santificado su santo Nombre. Adve– niat regnurn tuum. Que venga sobre nosotros y sobre (10) Maximum illud, AA. S, 1919, XI, p. 451. (11) Cfr. AA. S, 1922, XIV, p. 347.

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