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CONF. !.-SOBRE LA SUPERIORIDAD 11 tiempo y en el espacio, ya por la triple unid:ad de fin, de intención y de acciones que exigen un centro activo coordinador y propulsor. En la Filosofía cristiana se estudia la necesidad y el origen de la autoridad civil y el modo de comunicarse a personas determinadas. La doctrina católica sostiene que toda autoridad se deriva de Dios, y se confirma con la sentencia de S. Pablo, que dice: Non est pot,estas nisi a, Deo: quae autem sunt a Deo ordinatae sunt. !taque, qui resistit potestati, Dei ordinationi resistit (1). La necesidad y el origen de la autoridad ha sido ad– mirablemente sintetizada por León XIII en su Encíclica Inmortale Dei, de l.º de noviembre de 1885, en estos términos: "El hombre ha nacido para vivir en sociedad,, puesto que no pudiendo en el aislamiento procurarse lo que es necesario y útil a la vida, ni alcanzar la perfec– ción de corazón ni de espíritu, la Providencia le ha hecho para unirse a sus semejantes en sociedad doméstica y civil, capaz de suministrar lo preciso a la perfección de la existencia. Mas como ninguna sociedad podría existir sin una cabeza que imprima a cada uno un mismo im– pulso eficaz hacia un bien común, se desprende que la autoridad es necesaria a los hombres constituidos en so– ciedad para regirlos, autoridad que, al par de la sociedad, deriva de la naturaleza y tiene a Dios por autor. De aquí resulta que el poder público no puede derivar sino de Dios. Dios sólo es, por otra parte, el supremo y soberano Señor de todas las cosas; todas deben necesariamente es– tar ,sometidas a El y obedecerle, de tal modo, que cual– quiera que tenga el derecho de mandar, lo tiene de Dios, cabeza suprema de todos." (1) Rom., XIII, 1-2.
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