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inmemorial, cuyas Historias tienen archivadas en la biblioteca de la memoria» 88 • El grupo se encuentra estructurado socialmente mediante una auto– ridad a quien llaman «Ñatubái». Su elección no se llevaba a cabo simplemente por designación di– recta de su antecesor, como se ha escrito 89 ; sino que eran los hombres del grupo -los que llevaban «Tarikbá» (guayuco}- los que tenían de– recho a elegirle. El modo era sencillo, como correspondía a su vida social. No estaba precedido de ritual alguno especial. La sencillez y naturalidad fueron siempre atributos congénitos del pueblo barí y se traslucían en el modo de interpretar la vida y de vivirla en sus instituciones más elementales y ordinarias. Por la mañanita se reunían los varones. En esta reunión, los an– cianos, a los que se tenía una profunda veneración, informaban sobre el asunto: importancia, cómo pensaban ellos... y, al final, decidían todos los asistentes con sentido perfectamente democrático. La elección estaba supeditada, naturalmente, a las condiciones de validez que se transmitían por tradición oral, tal como lo habían ense– ñado los Saimadoyi. Entre las cualidades o requisitos socio-personales que debían reunir, se señalaban: • Ser varón reconocido «oficialmente» por la comunidad: llevar el «tarikbá». Las mujeres no gozaban de voz activa ni pasiva. • Estar casado: los solteros podían asistir a estas reuniones y ma– nifestar su voto, pero estaban excluidos de este cargo. • Gozar de cierta prestancia ante el grupo. Se le exigía cierto primado en las tareas comunitarias: ser el primero en las carreras, 88. S. J. GUILLÉN, Diario, recogido por A. de ALCÁCER, El indio motilón y su historia, Bogotá 1962, 276. 89. O. D'EMPAIRE, Introducción al estudio de la cultura barí..., 188. En 187 s. se encuentran algunas afirmaciones poco exactas sobre la función del Ñatubái y su sucesor. Soore el origen mitológico del primer Ñatubái. así co– mo sobre los orígenes de los títulos barí, R. Jaulin ha escrito páginas poco fundadas científicamente y de pura fantasía en algunos aspectos (cf. R. JAULIN, La paz blanca..., 59-62. 70-72). Para el tema de la organización socioeconómica y política barí, cf. R. LrzARRALDE, Organización social y económica de los in– dios bari, en Actas y memorias del XXXVI Congreso lnte'llnacional de ameri– canista, Sevilla, vol. 6, 5 (3) (1966) 413-416; S. PINTON - R. JAUÍ..IN, Organiza– tion politique des indiens bari, en OM. 6 (1966) 329-340. 78

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