BCCCAP00000000000000000001102

Después comenzó a amenazar rápido a cada uno de ellos, pero al que no fue a pescar le dejó una sola familia. Y barí hoy día co– menta sobre estos hechos; hoy día también pueden causarnos la misma gracia que hicieron antiguamente los Nischkú con nosotros. Comentaron de nuevo los barí de Kokébadóu: «Amenazaba rápido a cada uno de ellos». Nischkuá no salía cuando estaban amenazando barí y Kokébadóu. Con una misma flecha acababa con todos los Nischkú y Nischkuá. Kokébadóu mataba uno por uno, casa por ca– sa; empezando por la primera casa y las demás casas, no salía Nischkú ni Nischkuá a volarse de ahí, sino se quedaba, porque él tenía algo como solucionar, algo parecido como veía su espíritu y no lo dejaban pasar. El espíritu los atacaba en la puerta y los encerra– ba. Cuando llegaba Nokébadóu allí, lo abría y lo amenazaba con esa misma flecha, y casa por casa pasaba así. Los barí comentaron sobre Nischkuá y Nischkú. Kokébadóu ame– nazaba. Duró un día desde la mañana hasta la noche, y marchaba rumbo a su casa. Llegaba al anochecer, y al otro día continuaba con su guerra. Salía temprano y llegaba en la mañana a donde estaba la casa de Nischkú. Desde allí mató; eran dos casas y cada uno de ellos tenía más de treinta familias, en dos casas, y los amenazó a todos y los mató a todos. Kokébadóu les dijo que al que dejó una sola casa de familia, en esa casa lo aconsejó, pero le regañó; y al otro día, permanece con la flecha, le castigó encima. Y Nischkú se puso a llorar de nuevo. Dijo Kokébadóu: «Si ahora no cumple con mi palabra, y hace la misma gracia que hicieron a vuestros hermanos, de nuevo vendré a matar a todos». Y ellos mismos dijeron: «Nosotros no hacemos esa gracia, nos quedaremos satisfechos con ustedes y nos ayudaremos». Y Nischkú le dijo: «Sí, maestro, cumpliré con tu palabra». Ko– kébadóu le dijo y le castigó fuerte. Con arco le dio fuerte en las nalgas y en la espalda para que respete a barí y no los mate¡ para que no amenace a barí. Los hijos del que se fue dentro de la balsa, del que se salvó den– tro de la balsa, se quedaron viendo; nada más. Kokébadóu siguió dando duro hacia Nischkú. Nischkú no le dijo nada. Se echó a llo– rar bien fuerte, él mismo se propuso decir que sí: «No voy a hacer la misma gracia que hicieron mis hermanos». Esto lo estaban vien– do los que se fueron dentro de la balsa. Antes, Kokébadóu vivía con su hijo mayor, allí. Al que lo dejó en libertad, le dijo Kokébadóu de nuevo: «No vas a pescar a los barí, no vas a la represa de nue– vo como hicieron tus hermanos; no hagas eso; sino dales libertad, que gocen los barí, que disfruten y nosotros mismos estamos go– zando con ustedes mismos, hagan la misma gracia, que estamos ha– ciendo hoy día». Hoy día los barí afirman que Kokébadóu estará con más gente y con sus familias habrá muchos. Nischkú también debe haber bastantes, habrá hoy día bastante gente civilizada. Barí, comentando sobre Kokébadóu, dicen: «Como lo había re– gañado al principio, al que dejó una sola familia en libertad a Nis- 416

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz