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flechas. El que iba aparte, llevaba poquitos flechas; iba a matar a los de la primera casa de Nischkú. Kokébadóu le dijo a cada uno: «Vamos a empezar a matar desdu la primera casa hasta la última». Los que se fueron dentro de la balsa, así nos comentaron antiguamente. Así hablaban sobre Nisch– kú. Kokébadóu comentaba de ellos. Más tarde, ellos mismos dije– ron que amenazaban otra vez, que iban hacia la represa. El cuarto día hizo muy pocas flechas. Una vez que ya habían preparado to– das las flechas, para matar, al otro día tomaron rumbo para matar a Nischkú. Kokébadóu les dijo: «Matad vosotros, primero; yo no, yo solamente voy a averiguarlo, a ver si sale otro Nischkú, y en– tonces lo mataré». Los barí que se salvaron dentro de la balsa, em– pezaron a matarlos con flechas. Kokébadóu les había dicho esto; y uno de ellos comentó: «Nosotros vamos a matar para vengar a nuestros hermanos». Kokébadóu les mandó flecharlos. Los barí se fueron dentro de la balsa y empezaron a flechar. Kokébadóu se quedó viendo y les dijo «Flechad». Uno de ellos, flechó a Nischkú y no le pudieron matar enseguida, porque qulen mataba era siempre Kokébadóu. Luego, comienza a matar y a asesinar a cada uno de ellos. Kokébadóu mandóles matar; pero los barí no flechaban bien. Tampoco podían amenazar rápido. Cmmdo flechó barí a Nischkú, Nischkú salió corriendo con la flecha, flechado, pero mal flechado. Kokébadóu sí lo flechaba bien, tiraba una sola flecha y caía al sue– lo con la boca hacia arriba. Los barí no pegaban muy bien, sino que flechaban por la mitad del cuerpo. Kokébaclóu sí agarraba to– da la cintura, los traspasaba el hueso y no se movían; sino que se caían solos, muertos una vez. En cada casa amenazaba con la mis– ma flecha. La flecha de Kokébadóu no se rompía; su misma flecha agarraba, había flechado con esa misma clase y los amenazaba a todos, casa por casa. Kokébadóu siguió matando casa por ca– sa, él no dañaba a la flecha, sino que seguía con esa misma fle– cha, mataba a todos Nischkú que estaban allí; a todos los que es– taban: hombres, mujeres y niños y toda clase de adultos. Luego, los barí regresaron a la casa. Los barí comentaron sobre Kokéba– dóu y su hijo mayor. Kokébadóu con su hijo hicieron buena pun– tería. Cada uno lo amenazaba rápidamente, mataba de un solo gol– pe, flechaba una sola vez y moría y los mataba casa por casa a Nischkú y a Nischkuá. Cuando llegaron a casa los barí, ellos dije– ron: «Nosotros no pudimos flecharlos bien, no teníamos puntería para amenazar rápido. En cambio Kokébadóu, con su hijo mayor, flecharon más rápido que nosotros». Barí comentaba sobre ellos: «Kokébaclóu con sus hijos flecharon muy bien». En aquellos tiempos los ayudó Kokébaclóu a los barí. Al principio, flecharon primero los que se salvaron dentro de la balsa, a Nischkú, y los amenazó a todos, casa por casa. Barí comentando sobre Kokébadóu, decían: «Al que invitó en la casa ele Nischkuá, al que no tenía, le dejó criar a los hijos; pero a los que mataron a los barí, los amenazó a todos y los mató». 415
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