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Las casas de Nischkuá eran bastantes, mucho más que las de los barí; eran muchísimas. Algunos no tenían alimentos; otros sí te. nían, los que habían pescado a los barí. Kokébadóu siguió caminando; no se quedaba ahí en una misma casa, sino que iba visitando de una a una, a todos. En la calle, Ko– kébadóu vio bastantes muchachas de Nischkú, las hijas de Nischkú. Kokébadóu siguió caminando a la otra casa. Entró de nuevo y vio bastante pescado: eran barí. Y ese Nischkú estaba durmiendo al lado de los pescados. El le brindó que comiera. Kokébadóu rápida– mente salió a la otra casa y entró de nuevo y así eran bastantes las casas de ellos, eran muchas. De nuevo camina hacia la otra casa. Entró en otra. Nischkú tenía poquito: una cabeza y tres muertos barí, bien tostados. Kokébadóu siguió caminando a lo largo de la calle principal. Kokébadóu seguía visitando casa por casa. Entraba en cada una de sus casas. En la casa grande se encontró y entró de nuevo y le preguntó: «¿ Vas a trabajar o no?». Nischkú le brin– dó comer pedazo de barí, y Kokébadóu le dijo: «No, nosotros no vamos a comer». Y de nuevo vio lo que en el otro rincón estaba asado y ahumado. Eran barí. Después pasa a la otra casa y vio tam– bién poquito de pescado, que eran barí. Kokébadóu se dirige, por fin, a otra casa. En esa casa encontró bastantes muertos barí, bien ahumados: Niños, niñas, adultos y viejos, y muchísimas cabezas de los barí. Nischkú empezó a brindar: « ¡Coman, coman!». Kokéba– dóu le dijo: «No». De nuevo disimuló Kokébadóu y le dijo a los demás barí: «Creo que lucharemos con ellos; parece que nos odian ellos, nos envidian; los vamos a matar como han matado a los de nuestra raza». Así lo dijo Kokébadóu. En esa cnsa que estaba arrinconada, Nischkú brindó de nuevo. Cuando agarró su cuchillo para dar un pedazo de barí, Kokébadóu y sus amigos salieron. Cogen su rumbo hacia su casa, se dirigen ca– minando rápidamente, para llegar a su casa. Kokéba<lóu emprendió su camino con sus compañeros. Luego, comentaba sobre Nischkú. Kokébadóu le decía a los barí que se fueron dentro de la balsa: «Nosotros parece que prepararemos flechas, arcos y haremos lo su– ficiente para matarlos a ellos». El conoció todas las casas que tenían bastante barí ahumados y otras que tenían poquitos. Al atardecer, llega a su casa con sus amigos. Kokébadóu comen– tó con ellos de Nischkú. Kokébadóu le dijo a los barí que se fueran dentro de la balsa. Al otro día, permanecieron preparando las fle– chas, arcos; duró haciendo flechas tres días para matar a Nischkú. Preparó todas las flechas para hacer la guerra contra ellos; hizo bastantes flechas y arcos para poder matarlos. Cada uno de los barí que se salvaron, que se fueron dentro de la balsa, también prepa– raron. Kokébadóu preparó un montón como de veinte flechas. Con estas flechas y las demás eran suficientes. El que tenía veinte fle– chas, ése era el que se iba a enfrentar primero, a matar con esas 414
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