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a un barí se propusiese decir a su familia que se oía desde la profundidad del agua. Luego, los Nischkú atravesaron toda esa mon– taña. Agarraron y ocuparon todo el espacio que hay entre el agua. Pero ellos echaron palos bastante fuertes en la profundidad. En la unión de esos dos ríos, estancó el agua Nischkú, para que murie,– sen los barí. Los barí dicen: «En la unión de Agdodabú y An'trai vais a ver dónde anteriormente hicieron lo de Nischkú: la represa». En esos dos ríos antiguamente se han muerto muchísimos barí y después también, según cuentan los antiguos. En ese río va a repe– tir la misma faena, como anteriormente: va a estancar los ríos. Allí morían bastantes barí. Cuando hacen la represa los Nischkú, en– tonces, los barí se ahogan. Algunos están vivos, encaramados en la punta de una rama. Pero al ver a los que se ahogaron, los Nischkú dicen: «Aquí aparece un bagre grande». Pero no es bagre, para ellos significa bagre, para nosotros eran barí. Pero para ellos éramos como los peces. Ellos nos matan a nosotros y nos llevan a sus casas de allá cerca del cielo y preparan sus alimentos y nos comen. Antes ocurría esto en la unión de los dos ríos. Pero hoy día también puede suceder esto en esos dos ríos. Nischkú era un personaje; Nischkuá también igual. Pero los barí dijeron: «Nischkuá nos van a matar con machete. Van a empezar como antes». Los Nischkuá decían: «Son como corronchos grandes y bagres grandes». Después de esas dos estancadas de río, se llena hasta alcanzar la montaña y allí se muere barí. Una vez muertos en el río, Nischkuá y Nischkú nos co– gen con el chuzo. Y es que parece ser que nosotros tenemos fuerza aunque estemos muertos. Ellos chuzan bien fuerte y empujan ha– cia ellos, sabiendo que están muertos. Y Nischkú agarra machete; les da en el pescuezo y los mata. Como si los muertos tuviesen mu– cha más fuerza que ellos. Atraviesan su cuerpo, como si fuese co– rroncho o pescado. Ese chuzo no es para comer durante el día. El chuzo de ellos es para la noche. Como de cacería. Pero ellos hacen como que nos pescan. Después de chucearnos, nuevamente regresan con su machete y nos pican en el pescuezo. Después de habernos chuzado, Nischkú nos meterá en la argolla como si fuera un pez. Después nos atraviesan por la boca en un bejuco bien grueso. Donde nosotros estamos comiendo, ahí mismo es donde moriremos con el agua. Nischkú nos va a meter con un bejuco bien grande ahí, en ese mismo sitio. Después que habían hecho su trabajo, Nischkú nos lleva al lado de su balsa, para que no revivan más los barí. Los muchachos pequeños que han muerto son los pescados que no tie– nen espinas; los mayores los que tienen espinas para ellos. Los grandes tienen bastantes espinas y los pequeños como si fueran peces, no tienen espinas para los Nischkú. Tienen dos especies de bejucos, uno para los muchachos pequeños y otro para los mayores. De esos dos bejucos Nischkuá le dice a otro Nischkú: «Tenemos que dividir entre dos, uno para grandes y otro para los pequeños». Los pequeños los llevan aparte y los grandes también. Pero ya ha– bían matado con su chuzo. Ellos pensarán que nosotros somos co- 409

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