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menor: «Hasta luego. Me voy a quedar donde nace el sol y donde está mi esposa». De regreso, no vino escondiéndos;, sino vino fren– te a ellos, con sus arcos. Su hermano mayor vema dándole de co– mer. Y así siguió caminando derecho por caminos limpios hacia la casa. Le dijo a su hermano menor: «Oye, hermano. Si tú comes en conuco limpio, te vas a quedar para siempre junto con nosotros. Y ahora comes en conuco sucio, puedes llegar a tu casa. Tu esposa podía quedarse junto con nosotros también. Ve y no toques en co– nuco limpio. Llegarás a tu casa». El hermano mayor fue comiendo plátanos grandes, gruesos y su hermano plátanos pequeños. Como al principio se lo había explica– do a su hermano. El fue donde nace el sol. En el conuco fue reco– giendo la semilla. Ellos dos se marcharon a casa de basunchimba, donde estaba la esposa. El hermano menor se esconde atrás de ella. El mayor empezó a manejar la máquina para purificar al hermano menor: «Pa, pa, pa... ; ca, ca, ca... ». (Unas 15 veces ca, ca, pa, pa... ). Como él maneja: «Pa, pa,... ; ca, ca... », los demás se quedaron con alegría y riéndose unos con otros. Si su hermano -basunchimba– es bravo, no lo recibe el hermano, sino que lo recibe la madre, u otros basunchimba. Como cuando ellos murieron eran bravos, cuan– do se transforman en basunchimba, siguen bravos. Sin decir al her– mano nada, lo lleva rápidamente a la casa y lo deja plantado y más tarde le avisa a sus familiares para que lo reciban. La madre habló con su hijo: «Has venido hacia mí, sabiendo que ellos mismos -ba– sunchimba- te echaron a daviddú para que te murieses». Y así hablaba con su hijo y los demás también hablan con él. Si el hermano mayor es bravo -rudo- no mira la cara de su her– mano menor, sino que se esconde cada vez que ve la cara de su hermano. (Lo repite). No le mira. El hermano mayor tiene algo pa– recido a una espada. Quiere matar a su hermano menor. Y la ma– dre defiende al menor. Como antes el hermano mayor era bravo acá en la tierra, también allí sigue siéndolo. El nunca habla con los demás, sino que él mira a la cara, escu– pe en el suelo. El hermano menor, cada vez que se encontraba con el hermano mayor, tenía miedo para acercarse a él. Es muy duro, muy difícil para conversar con él. Nunca responde, siempre calla– dito. Tenía algo como de espada. 4.4. CUARTO RELATO Original de Adolfo Akairagdóu Traducción de Josefina Anbiá Basunchimba, Kashíba y Nondaschíbarí, Kokebadóu. Basunchim– ba se muere. Lo enterraron. Daviddú lo cogió y lo hizo morir. Lo enterraron. Se marcha al cielo. Nondaschíbarí defiende a los barí 388
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