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Los barí a las hijas de zamuro le decían: «Volved a recoger tam– bién en el próximo viaje». Los barí marcharon con canastas llenas. El papá de zamuro blanco dijo: «Yo sólo tengo arco grande y ca– zo con él cochino». Barí le preguntó a papá de zamuro blanco: «¿ Dónde vamos?». «Por aquí», les respondió. (Repite: «Si tuviera caña brava, yo mismo los cazaría y se los daría. Yo lo único que tengo es arco... Con él sólo cazo culebra, cochino»). Le dijo a barí que llevase lanza, taco (para matar pájaros), fle– chas y arco. Barí le dijo: «Yo no tengo caña brava». Mataron mu– chos animales y, ahumados, los sacaron para comer. Un grupo de ellas -hijas de zamuro- cocinó y otro grupo lo ahumó. Cazaron mucho. Lo echaron en canastas y encima pusieron beju– cos para amarrarlos. Una hija de zamuro blanco quería echar más, pero se le cayó porque iba muy llenita la canasta. Amarró la canasta por la mitad; amarraron a los animales por grupos de cinco -animales- y los enviaron a sus mujeres desde el cielo. Era el atardecer. Unos cayeron en árbol, otros lejos y otros en la misma casa. Cuando llegaron, las mujeres los ahumaron para comerlo y lo echaron en las canastas. Los hombres barí mandaron a sus mujeres. El resto lo dejaron en una casa de zamuro blanco. Los barí fueron de nuevo a cazar: llevaron flechas, arco y un taco. Fueron a cazar en distinto sitio. Había muchos animales. Unos corrían, otros en árbol, otros volaban, otros estaban quietecitos. Ma– taron muchos. Hicieron tres montones de animales cazados: pavos y pajuí. Se les partió una flecha y tuvieron que cazar con taco y una flecha solito. Y ya no cazaron más. Arreglaron los montones recogidos y los dejaron en otro sitio. Las hijas de zamuro blanco llevaron lo recogido; las plumas y todo lo que quitaron lo dejaron aparte de la carne preparada. Mientras las hijas de zamuro blanco preparaban la carne, un barí se marchó a cazar. Mientras los barí cazaban, la luna empezó a cortar los bejucos. Hijas de zamuro blanco le rogaban que no lo cortase. La luna es– taba brava con las hijas de zamuro blanco porque ellas enamoraban a los barí y ella no podía. La ardita es una persona -barí-. La luna cortó bejucos, pero dejó volver a un barí y después le cortó el bejuco, convirtiéndolo en ardita. Sabaseba en ese momento le dijo a la luna: «Vamos a volver ar– dita a ,ese barí», y se rió la ardita. Por eso la ardita anda siempre corriendo y como riéndose. Y Sabaseba le dijo: «Tú te llamarás ardita». Y el barí se volvió ardita y comenzó a hacer como ardita. Sabaseba le dijo: «A ti te matará barí para comer». Era «tain– biribí». La luna seguía cortando bejucos. Las hijas de zamuro blanco ins– taban: «No cortes bejuco». Si la luna no hubiere cortado esos be– jucos, subirían todavía los barí. Desde entonces, los barí no pueden subir allí. Desde entonces, los barí ya no pueden subir; ya no pue- 391
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