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El hijo dice: «Me he quedado como con frío. No es el frío que yo sufría en la tierra, sino en una forma mejor para siempre». Su padre y su madre habían recogido las frutas de un conuco bien lim– pio: piña, plátano, y otras clases de frutas. El hijo se acostó en el chinchorro de ellos. Pero él quedó pensando en la casa. Más tarde le vinieron a visitar las muchachas, pero él no estaba casado al prin– cipio. Luego se casará. Sus padres le mandaron a manejar los apara– tos en forma de máquinas, en forma de globo (pelota). Le dicen a su hijo: «Cuando tú estabas vivo en la tierra, hemos removido ese aparato». Así pasa como si fuese como terremoto de ruido: «Ta, ta, ta... ». «Cuando nosotros estábamos preparando para vosotros, el hijo se puso a manejar y rápidamente sonó muy fuerte donde había em– pujado la máquina se volvió al mismo sitio y así lo hacemos nos– otros». Más acá de donde está dabaddó. Después de que había rea– lizado los trabajos, les dijo: «Me voy a bañar en ese agua. Luego, vendré a comer. Ahora no sufro nada de dolor de cabeza. Estoy siem– pre mejor. Sois mis amigos basunchimba». Su hermano mayor le di– jo: «Oye, hermano, vamos a cazar algo para comer, pero antes visi– taremos el conucal de caña brava. Un poquito más adelante del ca– mino, al pasar la montañita, se marcharon por un camino, sitio blan– dito para que se le hiciese más rápido. Luego, su hermano menor to– maba la fruta del monte, estaba en el conuco. Aquí los barí Saimadoyi cogieron en ese conucal de caña brava. Antes nosotros tomábamos caña brava de palos finos, pero era pesado para tirar la flecha, Des– pués, su hermano fue a conocer los sitios más lejanos. Pero su her– mano estaba vivo y el hermano mayor era basunchimba, «Cuando tú te mueras, vendrás por aquí». Y más tarde se oyó ruido de alguien. Y barí, el que estaba vivo, se escondió. Otro basunchimba le dijo al hermano mayor: «¿ Qué trajiste? Algo como de olor muy feo». Pero su hermano no le contestó al otro basunchimba. El hermano menor se escondió al lado de la mujer de él, para que nadie se diera cuen– ta. Desde la casa llegó el hermano menor, y los otros basunchimba dijeron: «Arora sí trajeron mis hermanos y nos moriremos con el olor hediondo». Y ellos mismos levantaron los aparatos y removían: «Tuc, tuc, tuc... ; ca, ca, ca... ; pa, pa, pa... » el globo para que se qui– tase ese olor. Antes, le había dicho su hermano: «Tú vendrás a remover después de que mueras. Cuando en la tierra te portes mal, morirás, nos acom– pañarás, utilizarás nuestros aparatos». Su hermano menor vino re– cogiendo en los conucos que estaban sucios y su hermano mayor fue recogiendo en conuco limpio. El menor tenía las semillas de caña brava para sembrar en la tierra. Luego llegó más temprano que todos a la casa de él. Y de allí la mujer se quedó viendo a su marido. Ella decía: «¿ Qué tendría él?». No se quedó en su chinchorro, sino en chinchorro de basun– cn.imba. Mas pronto el hermano menor morirá tan joven, porque lo habló en la casa de ellos. Luego, hizo la despedida a su hermano 387
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