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chacha llevaba flechas de todos los colores y colores azul, amarillo para matar a Ñankú. Basunchimba tenía caña brava para hacer fle– chas de toda clase y de todos los colores. Con estas flechas mata al terremoto. Cuando iban a matarlo, iban todos los basunchimba. Las mujeres se encargan de las flechas. Los basunchimba dejaron pasar al terremoto y Anbatakmó lo esperan en estrecho y allí lo matan, donde se pone el sol. Cuando le dejaron escapar los basunchimba le dicen: «¡Eh!, que se escapó». Ñankú robaba el alma (bosobokú) -mataba- a los barí y los ba– sunchimba se la devolvían a los barí. Allí todos son basunchimba. Lo matan y le roban todo: collares, machetes, pantalones, camisas, etc. Si no le habían pegado con krikdá, los mataba Ñankú... Los otros flechaban a Ñankú. Las flechas eran de todos los colores: azul, ama– rillo, blanco. Los basunchimba tenían arcos, flechas de todos los es– tilos como antiguamente, como se hacía antes. Se encarga de matar a Ñankú. Al que muere aquí le esperan arriba los familiares. Allí arriba es– pera y mira hacia abajo y, sorprendido, dice: «¿ Cómo estoy yo aquí?, ¿ cómo he venido?». Y lo lleva basunchimba. Cuando subía, no sabía dónde iba. No lo conocía. Sorprendido, dice: «¿ Cómo vengo yo aquí?». Cuando se bañaba en la piscina, se le quitaban todos los dolores: cuerpo, cabeza... Basunchimba trafica por el aire, no por tierra. No hay curanderos. Porque, con entrar en piscina, se le quita dolores. «Akabá»: no hay. Basunchimba le dicen: «Aquí nos bañamos juntos»; y se baña el que llega. Se bañaban en la piscina. Comían otra alimentación. Se alimen– taban de otra clase de comidas distintas de aquí. Plátanos y frutas mucho más grandes. Comen guineo, ñame... , de todas las clases, pe– ro distintas... Plátanos grandes, toditos grandes... Los plátanos no son como aquí. Basunchimba tenían muchas flechas, como antigua– mente, y de todos los colores. Los hermanos salían a recibirle y se lo llevaban con él. Se lo lle– vaban por otro camino distinto. Y el muerto observaba hacia abajo. Tenían de todas clases de flechas y de todos los colores. Con esas flechas cazaban distintas carnes. Buscaba para los familiares comida para alimentarse. Un barí que había muerto antes le trajo semilla de caña brava y la dejaron aquí cuando murió. Los basunchimba tenían semilla de caña brava y se la trajo a su muerto. La sembraron y así tenían caña brava. Donde vivía basunchimba el sol no se oculta nunca. Luce todo el tiempo. Los basunchimba tenían muchas flechas y se– millas. Cuando morimos, usamos también nosotros estas flechas. 380
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