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seba es el verdadero creador y animador del grupo social barí. Creemos que hacia esto se orientan sus enseñanzas y preceptos. El, como hemos visto, definirá los modelos de comportamiento característico de esta etnia. Desde la condenación de la mentira, el robo, el homicidio, hasta los más mínimos pormenores en cuanto a la vestimenta, adorno, depi– lación, etc ... Toda la forma de ser y de actuar del barí está «enseña– da», indicada, preceptuada por este «gran maestro». Con esta concep– ción de su función encajan los discursos que podríamos llamar «discur– sos de despedida o de adiós» 264 • Esta función primordial la seguirá desempeñando también en el fu– turo. Como hemos visto al analizar los mitos escatológicos, se le reserva el pronunciamiento definitivo sobre el comportamiento de los barí, aquí en la tierra, en orden a su situación entre los basunchimba. Todo según hayan sido fieles o no a los preceptos de Sabaseba. Por último, otro de los elementos estructurales que aparecen en la mitología barí sobre la figura de Sabaseba es el de su tendencia al ale– jamiento, provocado, precisamente, por culpa de Saaki, como hemos visto. Sabaseba, una vez que ha desempeñado sus funciones culturales (introductor y fundador de los bienes culturales del pueblo barí), des– aparece, alejándose para vivir definitivamente en el Barúnnora, llevan– do una vida feliz junto a Ñandóu y los suyos. Con este alejamiento, ruptura, se pone fin a la historia mítica, feliz de los orígenes, en la que los barí no sufrían ni morían. Tiempos que los ancianos recuerdan con nostalgia. Desde entonces, son ellos quienes tienen que enfrentarse con su propia realidad y defenderse en medio de su ambiente, hostil y duro, amenazados constantemente por la naturaleza, los extraños y, sobre todo, por las enfermedades y la muerte. Todo ello a causa del aleja– miento de Sabaseba. 264. El contexto en el que se sitúan los consejos-preceptos del gran maes– tro Sabaseba es muy similar al que hallamos en los relatos de otras mitologías antiguas. Con cierta frecuencia, nuestros informadores inician sus narraciones sobre aquéllos describiendo el ambiente en el que fueron dichos, de esta o semejante forma: «Sabaseba, antes de marchar definitivamente... , dijo a los barí: 'Yo me alejo ya de vosotros'... Y les mandó encarecidamente que tra– bajasen en común, no peleasen entre ellos... », etc. Este fenómeno puede con– siderarse como «lugar común» de los «discursos de despedida», o recomenda– ciones finales que hallamos en la Historia de las Religiones como propios de los grandes fundadores o personajes iniciadores de movimientos religiosos re– novadores. Aunque hayan sido proclamados en otras circunstancias, ·se ponen en labios de aquéllos, como si fuesen expresión de sus últimas y definitivas vo– luntades, que deben tenerse muy en cuenta por sus seguidores. 296
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