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sentido estricto. Creemos que es ésta una cuestión ajena a su reflexión, que versa sobre un mundo ya dado y sobre cuyo origen definitivamente último no se preguntan. Sin embargo, Sabaseba, dentro de este pensa– miento, es quien le da sentido y legitima su existencia actual, forma– lizada, organizada y vivificada. En esta misma línea se mueven todos los relatos que hacen referen– cia a la aparición de los distintos seres, en esa especie de gran teatro del mundo en el que Sabaseba va situando a cada cual para su debida actuación, según las distintas funciones que les va indicando. El mito de los orígenes, tanto por lo que se refiere a los de la etnia barí (surgida de los piñas partidas por Sabaseba), como de los otros grupos étnicos y el resto de los seres vivientes (mito de la «Sibabió» --'Viejecita-), es revelador. Precisamente es Sabaseba quien denomina a cada grupo y a cada especie de animales que van surgiendo de las piñas o de las cenizas de la viejecita. Y, además, es él quien les va señalando sus funciones res– pectivas. Creemos que esta forma de describir los mitos antropogónicos y cosmogónicos nos está manifestando la creencia en un poder superior encarnado en Sabaseba, totalmente distinto al de los otros seres. Es una forma literaria, propia de los pueblos primitivos, en la que se traduce el dominio de aquél sobre todos los seres vivientes que habitan la tierra. Sabaseba se presenta de este modo, muy distinto, «lo total– mente distinto, lo otro del mundo... ». Esta opinión queda reafirmada comparando el poder de Sabaseba con el de los barí. Su tradición es consciente de que es un atributo pe– culiar de Sabaseba. En algunos relatos aparece con claridad cuando, en los diálogos tenidos entre éste y aquéllos, se hace decir a los barí: «Nosotros no podemos allanar la tierra. Sólo Sabaseba lo puede hacer». «Si Sabaseba no lo hubiese hecho, la tierra sería ahora completamente montaña; sería ahora todito montaña, sin ordenar». Pero en nuestro trabajo de campo hemos encontrado una narra– ción, relatada por el anciano Akairagdóu, muy significativa a este res– pecto. Precisamente en el mismo contexto al que hemos aludido. Cuando los barí apreciaban la diferencia de lo que realizaba Sabaseba y de lo que podían ellos, aquél, ante la pregunta escrutadora de éstos, sobre el porqué.. . les responde: «Vosotros sois barí. Yo soy Saba– seba». 294
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