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opuestos a los de «oscuridad, tinieblas, noche ... », etc., en los que tra– ducen su concepción sobre realidades radicalmente distintas: lo profa– no y lo sagrado. Una incógnita que es preciso despejar, desde ahora, es la aplicación del término «barí» a Sabaseba. Efectivamente, cuando a los ancianos se les pregunta si Sabaseba es «barí», no existe duda alguna: «Barí: Sabaseba chiyi ankorái»: «Sabaseba es barí, como uno de nostros». A la hora de interpretar esta respuesta, no debemos olvidar lo que ya hemos indicado en otra ocasión sobre el significado del término «barí»: persona, gente... De tal respuesta, por tanto, no puede con– cluirse, sin más, que la tradición barí lo sitúa en su mismo rango. Debe acudirse a otros puntos de referencia para clarificar este tema. La forma de concebirlo es, naturalmente, según sus propias cate– gorías interpretativas de lo «sagrado»: partiendo de su situación socio– cultural, desde la que se acerca siempre a la realidad, de la naturaleza que sea. La vida de este personaje es entendida, también, dentro de su mis– mo contexto comunitario, tal como ellos lo viven. Feliz con sus hijos y su familia. Otro de los rasgos que nos muestran los relatos es que en ellos no nos hablan de su origen. No compartimos la afirmación de A. de Villamañán, quien hace proceder a Sabaseba de la piña 263 • Cuando Sabaseba hace su primera aparición, no encuentra a nadie. Ni siquiera a los Saimadoyi. Se halla solo frente a la oscuridad del mundo desordenado, sin forma, sin estructura formal alguna, con el que se le pretende contrastar, para que aparezca su diferencia. ¿Cuál es la función que los mitos barí pretenden hacer resaltar frente a esta situación caótica?. Dentro de su lenguaje literario, tan característico de los mitos, se esconde el contenido estructural que la tradición barí transmite. Saba– seba es transformador, ordenador, organizador del mundo dado, con el que se encuentra. Pone manos a la obra de transformación, «al estilo barí», cultivando la tierra: allanando montañas, dándole orden... , «formalizándola». Está fuera de duda que el mito barí no puede ser interpretado des– de nuestros conceptos filosófico-teológicos de la creación, considerada en 263. Puede verse esta afirmación en varias ocasiones de su estudio Cos– movisión..., 4. 5. 10. Creemos que está en oposición abierta a todos los re– latos mitológicos, tal como nos lo narran nuestros informadores. 293
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