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Según la mitología barí, en el momento en que Sabaseba hace su aparición en la tierra, sólo existe la naturaleza en bruto: montañas, árboles, nati.:raleza sin orden, sin estructura alguna definida, significati– va. En situación caótica, «oscura» ... Hace su entrada en manifiesto contraste con ella, «viendo como si fuese de día ... ». Su figura es blanca, transparente, luminosa... Antes de venir a la tierra, vivía feliz con su mujer, hijos y demás familia. La tradición barí, fiel a la estructura.· de toda mitología, pro– cura situarlo en un lugar indeterminado: «Allí, por donde se oculta el sol». Sobre su situación familiar antes de marcharse definitivamente y alejarse de los barí, la tradición suele ser muy comedida. Su situación era de felicidad familiar, tal como la conciben los barí. En los mitos, no se hace referencia alguna a sus papás ni se nos indican los nombres de su esposa e hijos. El único detalle que aparece en ellos es que «vivía con su mujer e hijos, allí, donde se oculta el sol», considerado como el sitio de la claridad y de la luz, cuando la tierra se encontraba todavía oscura 260 • El resto de otros posibles puntos no entran a formar parte del interés del propósito mitológico. La descripción que se nos hace de su fisonomía es que era perfec– to: el ideal barí. Sabaseba era como barí, persona. Vestía como barí, con «tarikbá» (guayuco) y con gorra (detalle curioso que aparece en casi todos los relatos mitológicos). Pero el significado que Sabaseba adquiere en la cultura barí nos lo revelan las funciones específicas que la mitología le señala. En primer lugar, Sabaseba aparece como el transformador de la tierra que se encuentra a su llegada: oscura, sin estructura, sin forma 260. Sobre el origen de la mujer de Sabaseba, A. de Villamañán escribe: «De un pozo muy grande y muy hondo sacó una mujer joven, que la hizo su mujer. La• sacó del pozo y se la llevó para arriba con el viento» (Misión y antr'opología. El mundo según los motilones, en Ven.Mis. 31 (1969) 331). En nuestro trabajo de campo no hemos encontrado relato alguno que hiciese men– ción a este detalle. Por otra parte, todos las narraciones sobre Sabaseba aluden a que, antes de venir por primera vez, ya vivía con su mujer e hijos, En lo que no existe acuerdo es en relación al número de mujeres y de hijos. Unos afirman tenía una mujer y un hijo. Otros, en cambio, le asignan dos mujeres y dos o tres hijos. No mientan hijas. Tampoco aparecen los nombres de su esposa e hijos. Aunque se hace referencia en algm10s relatos a «su familia», jn– cluidos hermanos, tampoco se proporcionan sus nombres. Creemos que el mi,to sobre Sabaseba conserva su intencionalidad fundamental original, adornado, lue– go, según la imaginación y el estilo de cada relator, como ya hemos indicado al hablar sobre la forma de transmitirse las tradiciones. No comp!ll'timos la opinión de A. de Villamañán para quien el niñito ma– tado por la Sibabi6 (viejecita) era hijo de Sabase'ba (cf. Cosmovisión..., 6). 289 19
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