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de nuevo el espíritu y se incorpora al barí para animarle y continuar su vida normal. Cuando los schumbrába o daviddú inoculan las substancias mortí– feras en un barí (niño o mayor, respectivamente), la salida del espíritu («Bosobokú») se verifica, entonces, definitivamente, y no de modo cir– cunstancial, como ocurre durante el sueño 251 • E inicia, propiamente, su vida de supervivencia personal de ultratumba. Ya hemos visto lo que la tradici6n barí nos cuenta sobre el trata– miento que se daba al cuerpo del muerto. A partir de este momento, la escatología barí despliega toda su fantasía, tratando de ofrecer res– puesta a las cuestiones más diversas que, por otra parte, coinciden, por lo general, con el resto de las concepciones escatol6gicas de otros pue– blos: viaje del espíritu hasta llegar a la regi6n de los basunchimba, juicio al que se le somete sobre su vida anterior, naturaleza de la nueva vida (situaci6n personal, familiar), relación con los otros muertos (barí y otros grupos étnicos} y con los que aún permanecen en la tierra. Por lo que respecta al viaje que emprende el espíritu hasta llegar a la región de los basunchimba, la mitología barí nos habla de que, cuando una persona muere, sus basunchimba (los espíritus de sus familiares ya muertos) salen a su encuentro. En conformidad con su tradición social, acostumbra salir a recibirle algún hermano, cuñado o tío. Mien– tras, el espíritu espera en una especie de antesala que se describe de forma distinta según las diversas tradiciones (según unos, es una: roca o picacho; según otros, se trata de una plataforma lisita); aguarda llo– rando, hasta que aparecen aquéllos. Lo conducen por camino ligero, blandito, esponjoso, como si se tratase de arena fina, llamado «Dibóuri– boúske», hasta llegar al «Barún», o cielo reservado para la morada de los basunchimba. Durante el camino, los familiares dialogan con el espí– ritu sobre los motivos de su muerte, que pueden ser diversos, como aparece en alguno de los relatos que presentamos en el Apéndice y que resultan interesantes y curiosos... Seguidamente, comienza la entrevista con Sabaseba quien le pre– gunta (en una especie de diálogo-juicio) por los motivos de su presencia entre los muertos, quién lo ha traído, etc. Aquí, cada narrador conjuga 251. Al sueño lo designan «Kababischíni». El espíritu («Bosobokú») se lo imaginan como un p~scadito que habita dentro del hombre, animándole y vivificándole. Esta concépción sobre el mismo puede explicar sus narraciones mitológicas sobre sus luchas contra otros personajes mitológicos... A. de Villa– mañán lo transcribe «Bosobukú» (Cosmovisión ..., 14). No lo creemos correcto. 276
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