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bre el que queda liberado; abarca todas las esferas de su perso– nalidad. Y lo realiza de modo definitivo, irreversible, que supe– ra a la misma muerte. 2.ª Trascendente e inmanente, a la vez. No se confunde cumulativa– mente con bienes humanos por los que el hombre· adquiriese ei bienestar puramente terreno. No es realizable en plenitud en el tiempo histórico, en el aquí y en el ahora. Está fuera del alcan– ce del hombre y es gratuita, no fruto de conquista humana. Pero, no obstante, el hombre debe cooperar desde la vida y des– de las realidades intramundanas. Se presenta, como gracia d~ la divinidad, pero, también, como tarea humana. II. LA SALVACION EN LA HISTORIA DE LAS RELIGIONES Los modos diversos de búsqueda de salvación dependen particular– mente de las diversas culturas y situaciones espirituales que condicio– nan la actitud humana ante la presencia del Misterio. l. En las religiones primitivas. r·. Se encuentran los elementos estructurales significativos siguientes: 1.º Origen mítico de la salvación. La salvación conecta con los orí– genes del hombre. Y es obra principal de los dioses. La divinidad la realiza por medio de sí misma o de intermediarios, o divini– dades inferiores, presentados como «héroes civilizadores», ini– ciadores de la cultura, fundadores de las leyes y organización de la sociedad. Pero siempre en dependencia de la divinidad, lo que les diferencia de la hazaña realizada por Prometeo. • Demiurgos. Son los portadores de la salvación. Es la figura más extendida. Son enviados por la divinidad y su nacimiento suele estar rodeado de signos prodigiosos. El «artesano mítico» es otra de las for– mas comunes: con forma humana; pero de origen sobrenatural. Todo lo realiza por la fuerza de Dios-Padre que le ha conferido ese poder. Con cierta frecuencia,. su función salvífica es puesta en evidencia por la· intervención de un Adversario mítico, como principio de la muerte y del mal que sufre el hombre. • La salvación a través de la muerte. En ciertas ,culturas agrícolas el tema de la salvación es presentado a través de la muerte violenta de los seres sobrenaturales. Reciben el nombre de «dema» ( = poder) de la lengua de los Marind-Anim tribu de Nueva Guinea (sudeste). Tienen 79

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