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«El derecho era, en realidad, un aspecto de la religión». El Código de Manú, los sistemas legales contenidos en el Pentateuco y en el Corán, el derecho zoroástrico y el Código de Confucio, son ejemplos claros de esta tendencia humana. Con el desarrollo de la doctrina, la ética se va desligando cada vez más del derecho y de la costumbre, hasta llegar a la situación secularizada en la que se encuentra en nuestros días. En los pueblos primitivos existe una tendencia extremadamente acentuada a hacer provenir cualquier norma o comportamiento del gru– po o de la persona dentro del grupo de orígenes religiosos, como pre– ceptos de los µioses, dados al comienzo de los tiempos del grupo étnico. Lo hemos podido comprobar entre los barí (indígenas de Venezuela, ordinariamente llamados «motilones»). Etiológicamente, responde a una necesidad profundamente psicológica de fundamentación «sagrada» de aquello que cohesiona al grupo, buscando sus motivaciones en algo ab– soluto que garantice la permanencia de la etnia; concepción que se va secularizando a medida que se va racionalizando el obrar humano. Lo que sí es cierto, y es lo que nos ha interesado subrayar, es el ca– rácter comprometido de la religión con el hombre y la totalidad de la vida humana. No obstante, puede darse, a veces, una perversión en la conducta moral religiosa. Por creerse en posesión de la verdad absolu– ta, puede ocurrir que se pretenda imponer, incluso por la fuerza, la pro– pia visión moral y religiosa a los demás. Lo que supone falta de autén– tica religiosidad (p. e. las mal llamadas guerras de «religión»). 2. En la acción social-comunitaria. Responde .al elemento esencial integrante de la actitud religiosa: el comunitario. Históricamente, se constata que, aunque la respuesta religiosa a la manifestación del Misterio sea personal, está íntimamente en relación con lo social-comunitario. Obedece al carácter esencialmente comunita– rio del hombre. Algunos han pretendido dar tanta importancia a este nivel, que han intentado reducir el significado del hecho religioso a éste, a sus facto– res socioeconómicos; no respetando el carácter específico e irreducti– ble del mismo. Aunque es preciso reconocer su importancia. La comu– nidad es el lugar histórico en el que surge la actitud religiosa. Las me– diaciones en que se presencializa el Misterio son dimensiones sociales que el sujeto recibe de una comunidad determinada. El Misterio se des– cubre personalmente; pero desde situaciones pre-dadas: desde una tra– dición que se recibe de una comunidad determinada. Los símbolos, los mitos, la doctrina religiosa, el mismo lenguaje religioso son mediaciones que aproximan al Misterio, que lo expresan desde la comunidad en las que aquellos se ofrecen a la persona. 70
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