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un tiempo y espacio determinados, especiales, que constituyen su ca– rácter sagrado. Entre los actos o formas más importantes y característicos de ex· presión práctica de la actitud religiosa, suelen señalarse: la oración y los ritos propiamente dichos (de transición, estacionales y el sacrificio). Nos detenemos en la oración y el sacrificio. 2J. Oración. Es la forma expresiva más natural de la vida religiosa y está presente, de un modo o de otro, en todo acto religioso. Fenome– nológicamente, se considera como elemento integrante del fenómeno religioso y como expresión inmediata de la actitud religiosa. En ella co– bra corporalidad el Misterio. Ante el poder que se manifiesta en la presencia del Misterio, el hom– bre puede reaccionar de dos modos distintos, constituyendo dos for– mas diferenciadas de relación en la oración: • estremeciéndose ante la superioridad de aquél, predisponiéndose a abrirse a él y aceptándolo incondicionalmente, • intentando dominarlo. La primera forma constituye la auténtica postura de orac10n. La segunda se sitúa en la actitud mágica, con su especie de conjuro, por el que se pretende conseguir dominar, controlar y utilizar el Misterio. La oración presenta una gran variedad de formas y tonos. Desde el ,grito, por que se reconoce la pobreza del hombre -y que no tiene por qué confundirse, sin más, con la magia-, pasando por el silencio, has– ta la adoración, suprema forma de oración, en la que el hombre se sitúa en actitud de entrega, confianza y alabanza ante la gratuidad que experimenta en su vida ante la presencia del Misterio. En el inicio de toda oración y asumiendo el sentido primitivo de la misma, existe un cierto eudemonismo (sentido de utilidad práctica de la oración-petición), que va desapareciendo y purificándose en la me– dida en que el hombre va obteniendo la.actitud de olvido de sí mismo y transformando aquella en acción de gracias y de alabanza, hasta llegar a la situación más alta de oración: la mística. 2.2. Sacrificio. Su misma etimología: sacrum ( = sagrado) /acere (= hacer) nos sitúa ya en su dimensión interpretativa fenomenológica. Por este acto se pretende introducir lo profano en lo sagrado, median– te una transformación y transignificación. Mediante este acto, el hom– bre religioso intenta comunicarse con el Misterio, objetivando su inten– ción en una realidad externa. El sacrificio efectúa una pretensión de unirse con el Misterio mediante una materia externa que simboliza a la persona religiosa. La naturaleza del sacrificio es extremadamente compleja y ni la misma ciencia moderna de las religiones ha logrado despejar con cla- 67

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