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religiosos: el Misterio, u orden superior de la realidad que se pone de manifiesto, el hombre, como espíritu en-el-mundo y las mediaciones, en las que ambos se expresan. En la determinación de los rasgos esenciales , o criterios que indican la existencia de una actitud religiosa auténtica, pueden emplearse di– versos esquemas. En nuestra exposición seguimos los establecidos por J. Wach, si bien perfeccionados. La actitud religiosa auténtica supone y es, a la vez: l.º Una respuesta humana a la presencia del Misterio; mediante es– ta respuesta, se verifica un especial encuentro con el Misterio como Realidad definitivamente suprema y salvífica. Realidad que recibe en la historia de las religiones diversos nombres: infini– to, invisible, supremo, absoluto, divino o simplemente divinidad o Dios. El sujeto religioso se siente requerido desde una Reali– dad superior, totalmente otra, lo que supera todo subjetivismo desde su esencial gratuidad, que se manifiesta y presencializa sobrepasando, trascendiendo al hombre y todo lo mundano. Es una Realidad que no puede ser manipulada, dominada o contro– lada en función de intereses humanos (actitud mágica). Ella misma se ofrece gratuitamente, sin posibilidad de ser objetiva– ble conceptualmente, ni de confundirse con realidad alguna fi– nita (de donde la experiencia de lo finito no constituya en for– ma alguna experiencia genuinamente religiosa, sino pseudorre– ligiosa o pararreligiosa... ). Se aprehende por una postura de confianza radical. Acontece en perfecta gratuidad, sin posibili– dad de ser provocada a libre antojo, ni de ser conquistada por los esfuerzos o proyectos del hombre. Este acontecer religioso (don, gracia) sólo puede realizarse, de hecho, si el hombre se pone en actitud de escucha y de aceptación, presupuestos indis– pensables de la comunión con el Misterio. La relación que surge entre éste y el hombre religioso se expresa de la mejor forma con la categoría de encuentro: la actitud religiosa puede ser, así, comprendida como una llamada de un tú, al que se respon– de y se acepta libremente. La presencia del Misterio es, ya, una invitación al encuentro. 2.º Respuesta totalizante: el Misterio llama y se ofrece a toda la persona. En consecuencia, en la actitud religiosa genuina es to– da la persona la que se encuentra comprometida, y no sólo la mente, la emoción o la voluntad. Es respuesta totalizante, unifi– cante. Abarca todos los niveles de la personalidad humana y todos los factores integrantes de la misma (intelectual, volitivo y afectivo). De aquí procede el carácter doctrinal, emocional y místico de toda auténtica actitud religiosa. 53
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