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do, un valor simbólico, transignificativo, cuya función consiste en remi– tir y proyectar hacia el Misterio; • paradójica: la integración que se verifica de lo sagrado y de lo profano se realiza de'forma paradójica: ambas realidades quedan per– fectamente diferenciadas, sin perder cada una su propia naturaleza. Una piedra, p. e., que pasa a revelarnos el Misterio y a proyectarnos hacia él, no pierde su naturaleza físico-química. Sigue expuesta a sus condicio– namientos mundanos. Igualmente, el Misterio, sigue permaneciendo «lo totalmente otro» y trascendente; sin convertirse en objeto mundano; • electiva: la hierofanía supone siempre una singularización par– ticular que se verifica por su especial dicción o características, que re– miten de forma especial hacia el Misterio; • histórico-cultural: toda hierofanía queda referida a la historia, a la cultura, y condicionada por éstas en su nacimiento, dificultades y ul– terior desarrollo... 4. Consecuencias. De cuanto llevamos dicho se desprenden unas consecuencias que consideramos valiosas en orden a comprender el significado objetivo del hecho religioso, tal como se manifiesta en la historia de las reli– giones: • encarnación del Misterio: éste se mediatiza, se mundaniza, con– dicionándose, en cierta forma; pero sin perder su propia trascendencia, sin objetivarse entre los demás objetos profanos y sin agotarse en la infinita variedad de mediaciones en las que se revela; • historificación del Misterio; las hierofanías tienen un proceso his– tórico: nacen, se desarrollan, algunas persisten y otras sucumben a la misma historia. Por esta misma razón, se adecúan a las diversas eta– pas de la evolución de la persona humana y de los pueblos y se encuen– tran condicionadas por las distintas situaciones histórico-culturales que puede pasar el hombre; • dialéctica constante de renovación: se desprende de la misma na– turaleza de las hierofanías. El hombre religioso debe estar en constante purificación del sentido simbólico de aquéllas, para que no pierdan su carácter original, proyec– tivo hacia el Misterio y se evite la absolutización de las mediaciones; lo que constituye, desde el punto de vista fenomenológico, la idolatría, que, a su vez, sitúa al verdadero hombre religioso ante la protesta y el derrumbamiento de lo que ya ha perdido el valor transignificativo del Misterio (función iconoclasta)... 43
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