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ción de sentirse «polvo y ceniza» (Gen 18, 27) ante la presencia del Mis– terio que, debido a su trascendencia, impone su carácter anicónico -fal– to de posibles representaciones creadas- (cf. Ex 20, 4; Lv 19; Dt 4, 15-20). • Misterio presente al hombre y al mundo. La trascendencia del Misterio impide ser entendido mediante categorías espacio-temporales de arriba-abajo, fuera-dentro, etc. Pero esto no obsta a la otra dimen– sión del mismo: el encuentro con su presencia, profundamente sentida por el hombre religioso. El Misterio, tal como se revela en el clima de lo sagrado, acontece como presencia-trascendente. El hombre religioso, se siente invadido por él, atraido, fascinado desde su interior, en el que lo siente más íntimo que a sí mismo y desde donde lo compromete en su servicio. La literatura religiosa expresa este sentimiento de formas muy diversas. En la Biblia, particularmente en los Salmos, se encuentra una riqueza considerable de expresiones que se refieren a esta situación particular que produce la presencia del Misterio-Dios en el hombre re– ligioso. En él encuentra la persona su refugio, la satisfacción de su sed, anhelo, búsqueda de su rostro... (cf. Sal 18, 1 ss.; 27, 1 ss.; 31, 1 ss.; 40, 1 ss.; 42, 1 ss.; 63, 1 ss.; 84, 1 ss.; 118, lss.). 3. Valor transignificativo de lo profano. Lo secular, tal como se presenta en el clima de lo sagrado, adquiere una dimensión ulterior hierofánica, proyectando hacia una realidad más profunda. Mundo, hombre e historia obtienen una dimensión simbóli– ca hacia el Misterio; proyectan al hombre, aunque sin perder su propia naturaleza, hacia otra realidad, hacia otro mundo radicalmente dis– tinto... 4. Ambivalencia de lo sagrado. Es otro de los elementos determinantes de lo religioso en su valor objetivo: lo sagrado se presenta como un clima que favorece la ambi– valencia axiológica: puede ser santo o maldito, puede salvar o conde– nar. El hombre religioso, afectado por los caracteres de dicha realidad, se siente pobre y necesitado, tratando de hallar en él la liberación de su precariedad: su salvación. Término que es diversamente entendido,. según las distintas religiones. Lo sagrado se revela, así, no como término de la actitud religiosa, sino como el envolvente, el clima en el que el hombre religioso vive el acontecimiento de un encuentro: la presencia y ausencia simultánea de una Realidad misteriosa, que no acierta a explicarse y que nos manifies– ta los rasgos estructurales del significado de la religión... El hombre religioso se configura este Misterio en su actitud dialógica 36

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