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consideran clásicas las siguientes interpretaciones, que han creído ser derivado de los siguientes términos: • releyere: releer o reconsiderar atentamente los detalles pertinen– tes a los dioses (Cicerón); • religare; nos religa o revincula a Dios, de quien estábamos sepa– rados (Lactancia, S. Agustín); • re-eligere: elegir de nuevo a Dios, ya que por el pecado el hom– bre se había apartado de él (S. Agustín); • relinquere: abandonar las funciones profanas, por cierto temor, para dedicarse a las santas en el culto (Servio Sulpicio). Por otra parte, aunque la etimología nos ofreciera seguridad en su origen, no debería olvidarse que podría quedar reducido al ámbito cul– tural occidental y, en algún caso, al área cultural cristiana, desde la que íntenta interpretarse. No sería el camino más apropiado de acercamien– to al significado objetivo de la realidad que nos interesa dilucidar... 2. Consideraciones históricas. Podríamos acudir, en segundo lugar, a las definiciones históricas que sobre su contenido objetivo se han aportado desde distintas perspecti– vas. Pero aquí nos encontramos con nueva dificultad. A la hora de se– ñalar el contenido real de dicho fenómeno, se observa una gran discre– pancia. Así, J. H. Leuba recoge 48 definiciones de religión facilitadas desde la visión psicológica, añadiendo alguna más, por su cuenta. W. H. Clark, uno de los mejores tratadistas americanos de psicología re– ligiosa, verificó una encuesta entre especialistas de ciencias sociales, encontrándose con respuestas extremadamente variadas y dispares. P. Schebesta afirma que existen cerca de 150 definiciones de religión, ela– boradas desde distintas perspectivas: teológica, filosófica, sociológica... Y cada una de estas aproximaciones realizadas desde concepciones ideo– lógicas previas que, por lo general, presuponen apreciaciones valorati– vas anteriores, como aparece con claridad en la ofrecida por Santo To– más, cuando, después de señalar posibles etimologías del término, in– dica como elemento común la «relación a Dios» -ardo ad Deum-, con– cepto construido desde una postura apriorística cristiana, que, en el mismo instante, pondría fuera de nuestra consideración concepciones consideradas hoy como religiosas, si bien no precisan con claridad di– cha relación a un Dios personal (p.e. el budismo). Todo esto nos lleva a la conclusión de reconocer la dificultad de definir el fenómeno religioso por criterios etimológicos o históricos sobre su contenido. Estos en manera alguna nos proporcionan los ele- 28
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