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dad, por referirse a realidades metaempíricas. Carecían de sen– tido y estaban vacíos de significado. 2.º Filosofía analítica oxoniense. Dentro de este contexto y apre– ciando la insolvencia ·del principio de verificabilidad propuesto por la tendencia anterior, otro grupo de pensadores analíticos, manteniéndose en el mismo intento de establecer el estatuto epistemológico del sentido del lenguaje, propusieron otra doc– trina (el Wittgenstein de las Investigaciones filosóficas). Esta corriente de pensamiento concibe el lenguaje como una activi– dad natural ineludible, que el hombre ejercita en forma de «juegos» o «sistemas de lenguaje». El significado de una expre– sión es el uso de las reglas de cada juego. Existen diversos jue– gos: metafísico, ético, religioso, científico... Ahora bien, cada uno de ellos tiene sus propias reglas de significación. En este contexto surge la teoría de la f alsabilidad como criterio de de– marcación de los conocimientos científico-empíricos. Una pro– posición empírica es científica si es falsable; es decir, si puede ser falseada o contradicha por la aportación ulterior de otros datos. K. R. Popper (1902-), al establecer este criterio de falsabi– lidad conduce al lenguaje religioso a una doble alternativa: si quiere ser un conocimiento empírico-científico, debe someterse a dicho criterio; y si no es empírico-científico, es preciso deter– minar las propias reglas en que se mueve dicho lenguaje re– ligioso. 3.3. Dimensión racional y sentido del lenguaje religioso. Frente a estas concepciones, afirmamos la cimensión racional del lenguaje reli– gioso, su valor y su sentido. La vida no habla sólo en Ieng:.iaje físico-matemático. Tiene otros sistemas de lenguajes más complejos que responden a otras perspec– tivas de la realidad; pero no por eso menos racionales y con menos sentido de aquél. Existen otros modos de expresión humana, todos ellos legítimos, siempre que se atengan a su propia racionalidad. Así,. podemos señalar el lenguaje ordinario, poético, estético, filosófico y religioso. Todos ellos tan importantes en su campo de apreciación como el modo de expresión empírico-científico. Establecer como paradigma absoluto de sentido y racionalidad el lenguaje empírico-científico, es realizar un reduccionismo indebido, que no tiene en cuenta la riqueza. de la realidad, ni la riqueza de expresividad humana sobre ella. El co– nocimiento científico ha adquirido hoy un predominio sobre los otros modos de acercamiento a la realidad por el control técnico y preciso de la misma. Pero el conocimiento científico no agota los modos posi– bles que la mente humana tiene de aprehender la realidad. Existen 178

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