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gulariza de forma especial al lenguaj.e religioso. Su forma de expresión lingüística se realiza siempre bajo el signo de la con– dición simbólica. Más que indicarnos lo que el :Misterio es en sí, nos proyecta hacia un término de referencia, connotándolo de forma simbólica, utilizando realidades diversas que nos acercan de forma endeítica a lo que significa aquél desde el ámbito experiencia! habido. 2.º Autoimplicativo. El lnguaje religioso se inscribe siempre en el horizonte personal. El sujeto que vive la experiencia religiosa y pretende expresarla, no permanece ajeno a la misma, sino que se introduce existencialmente en ella y sus· consecuencias El su– jeto religioso queda envuelto y comprometido existencialmente en todas las afirmaciones religiosas que efectúe. Utilizar el len– guaje religioso significa creer, autoimplicarse en lo que se ex– presa y se comunica. Lo que lo diferencia de cualquier otro len– guaje utilizado por las ciencias positivas. 3.º Inadecuado. El lenguaje religioso nunca expresará de modo adecuado y suficiente la Realidad misteriosa, ni la experien– cia que su presencia proporciona. Siempre permanecerá abier– to a mayor acercamiento y profundización de ambas, debido a la inefabilidad del Misterio, del que participa, también, la mis– ma experiencia religiosa. 4.º Testimonial, comunicativo. Junto a su carácter autoimplicativo, el lenguaje religioso es testimonial y comprometido. Por esta referencia a la vida se reconoce, de modo práctico, si la perso– na ha sido en realidad salvada en su contacto con el Misterio. Pero para que su comunicación sea aprehendida como testimo– nial, debe existir en el receptor capacidad de intercomunicación y comprensión de la experiencia del emitente. Caso contrario, el lenguaje no sería comprendido religiosamente. 5.º Dialógico. El lenguaje religioso es interpersonal, no es un dis– curso de ideas abstractas. Es fruto de un encuentro que supone diálogo y, a su vez, crea posibilidad de diálogo comunicativo ha– cia afuera. 6.º Nacido con un encuentro con lo real. El lenguaje religioso es reconocido como tal cuando surge de experiencias que entron– can con situaciones reales del hombre en su mundo. Un lengua– je religioso que no se relacione con la realidad, o lo efectúe de forma deficiente o ahistórica, puede ser sospechoso de lenguaje ideológico, o de estar al servicio de intereses no religiosos. Es lo que motiva, a su. vez, su carácter histórico-espacio-temporal. 175

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