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• En su respuesta, existen varias posibilidades: la de permanecer en la experiencia puramente profana, cerrándose a toda respuesta ul– terior, o no encontrándole sentido (ateísmo en sus más diferentes for– mas), o de la de abrirse, trascendiéndose a sí mismo, a la revelación gratuita del mundo del Misterio. Es, precisamente aquí, cuando se pro– duce la experiencia religiosa y la consiguiente respuesta al misterio que se revela. • En este encuentro, el Misterio no queda despojado de su tras– cendencia, de su superioridad ontológica y axiológica, tal como hemos analizado al estudiar el aspecto fenomenológico del hecho religioso. Mantiene su carácter paradójico: trascendente e inmanente, a la vez, al hombre. • Por otra parte, en este encuentro, que supone una relación inter– personal entre el Misterio y el hombre religioso, éste no pierde su pro– pia libertad, ni su misión de realizarse personalmente. El Misterio se autorrevela como oferta al hombre que, desde su propia libertad, opta por el sentido, se pone en movimiento de respuesta totalizante (inteli– gencia, voluntad y sentimiento) y empeña su persona en la respuesta, tratando de vivir con coherencia y dignidad en el ámbito religioso acep– tado. 2. Coherencia racional de la respuesta religiosa. Todo ~ste análisis nos hace suponer la posibilidad de un verdadero encuentro del hombre con lo trascendente religioso, tal como se revela en la conciencia religiosa. Nos muestra que la experiencia religiosa su– pone una coherencia racional, tanto por parte del sujeto religioso co– mo del Misterio, término de dicha experiencia. La experiencia religio– sa surge de una experiencia profundamente humana y respeta, a su vez, los términos de la relación: hombre y Misterio. Por último, frente a lo que, a veces, se sospecha, el objeto o térmi- no de relación al que apunta tal experiencia - no es proyección puramente humana (L. Feuerbach) - ni proyección alienante o ideológica (K. Marx) - ni proyección ilusoria (S. Freud). Sí pueden ser, y de hecho lo han sido en ocasiones, las interpreta– ciones que se efectúen de dicha experiencia. La auténtica experincia religiosa es una experiencia intencional bipolar (que comprende al su– jeto y al término de su relación), en la que el hombre religioso se ex– perimenta provocado con anterioridad y solicitado en su conciencia de antemano, que acontece gratuitamente y no como resultado de la op- 168

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