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sofía de la religión puede considerarse como un descubrimiento del pen– samiento moderno, en cuyo ambiente llega el fenómeno a considerarse ob– jeto como tal de una reflexión filosófica autónoma. Es la Ilustración la que pretenderá reducir el fenómeno religioso a los elementos puramente racio– nales. El deísmo inglés y francés reducirán la religión a lo puramente ra– cional de todo lo religioso y constituye una disciplina autónoma. El Idea– lismo alemás vuelve a ocuparse del hecho religioso. E. Kant (1724-1804) lo reducirá al ámbito de la razón práctica. G. F. Hegel (1770-1831), por su parto, identificará religión y filosofía, considerándolas como momentos del desarro– llo de un mismo Espíritu y presentando la disolución deI Dios de la religión en el de la filosofía. F. G. J. Schellir:g (1775-1854) retomá el estudio de la. filosofía de la mitología y de la revelación, situándolo en el ámbito de la experiencia, suministrando pruebas de racionalidad, tanto de la afirmación humana sobre Dios, como del desenvolvimiento histórico de la conciencia religiosa; pero dentro del esquema dialéctico idealista de interpretación del devenir humano. F. D. E. Schleiermacher (1768-1834) tratará de reivindicar la originalidad y autonomia especifica de la religión para sustraerla de la crítica racional; mientras S. Kierkegaard (1813-1855) reaccionará contra el idealismo hegeliano, tratando de liberar las exigencias existenciales religiosas del racionalismo idealista, situando el hecho religioso, sobre todo el cris– tiano, fuera de las categorías racionales. La izquierda hegeliana seguirá ocu– pándose del fenómeno religioso en orden a interpretarlo desde un reduccio– nismo antropológico (L. A. Feuerbach 1804-1872), sociológico-dialéctico (K. Marx 1818-1883), consumando la crítica absoluta de la religión. Posteriormente, la filosofía ha seguido preocupándose del fenómeno reli– gioso desde distintas posiciones. Como reacción recelosa ante la filosofía de la religión en el campo católico (neoescolástica), se dirigió hacia la reflexión filosófica sobre los llamados tradicionalmente «praeambula fidei», es decir, sobre aquellas verdades consideradas como presupuestos indispensables pa– ra la racionalización de la fe: exister:cia transcendente y personal de Dios (preámbulo teológico) y el deber de la adoración y del culto a Dios (preám– bulo ético), que incluye el deber de estar abiertos a la posible revelación divina positiva. Como premisa a esto, el problema de la capacidad del inte– lecto humano para captar objetivamente el ser y sus leyes, constituyéndose, de esta forma, una filosofía abierta a la religión: filosofía religiosa, más qu~ fllosofíá de la religión. El movimiento scheleriano (M. Scheler 1874-1928) propició posibilidades para estudiar la filosofía de la religión, constituyendo el punto de arranque para una verdadera filosofía de la religión. Desde el punto de vista católico, R. Guardini (1885-1968), E. Przywara (1889- ), J. Hessen (1889- ); desde la filosofía de la vida, H. Bergson (1859-1941); de la historia, W. Dilthey (1882- 1911); desde el personalismo dialógico, F. Ebner (1882-1931) y M. Buber (1879-1965); desde la existencia, K. Jaspers (1883-1969), M. Heidegger (1889- 1976) y G. Marcel (1888-1973). Ultimamente, se han pronunciado nuevos co– natos en orden a clarificar el sentido de una filosofía de la religión: X. Zubiri (1898-1983), K. Rhaner, H. Duméry, H. van Luijk, E. Castelli, J. Gómez Caffa– rena, en el campo católico, y E. Bru::mer, K. Barth, P. Tillich, u. Mann y otros, en el campo protestante. 156

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