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dencia de Dios conceptualizada, en cuanto es posible al hombre, bajo este aspecto tan familiar. A título de muestra incontrovertib:e baste examinar la impor– tancia que concede en algunas de sus obras fundamentales a este pensamiento en relación a los temas vertebrales de todo tratado s;:;bre Dios: existencia y atributos divinos. Ei tema de la indubitabi– lidad de fa existencia de Dios lo aborda preferentemente en el pri– mer iibro del Comentario a fas Sentencias y en las Cuestiones dis– putadas sobre el misterio de la Trinidad 58 • En el primer libro de las Sentencias se pregunta: "Utrum divi– num esse sit adeo verum quod non possit cogitari non esse" 59 • An– teriormente, en la Tractatio quaestionum, aparece con más clari- anteriormente en la nota 26, de Séneca, Orígenes, Boecio, S. Anselmo, Hugo de San Víctor (De Sacram.entis christianae fidei tractatus, L.l, p.3, c.12: PL 176, 220b); Summa Halensis, p.1, inq.1, tract. 3, q.l, m.2, c.1, f.2: I, 121a). Pero es en Ricardo de San Víctor donde dicho pensamiento aparece más claramente enraizado con la "communis animi conceptio", como una de sus exigencias fundamentales. Hablando de la perfección absoluta de Dios indica: "Contingere itaque videtur, quadam quasi dote naturae, quod cuncti pene tam eruditi quam minus eruditi solent habere familiare et quasi pro regula tenere, Deo videlicet quidquid optimum judicant incunctanter attribuere; et quod quosdam de hac regula pers– picua ratio ratiocinando non docet, sine dubietatis ambiguo devotio per– suadet. Hunc est quod ipsum Deum, immensum, aeternum, incommuta– bilem, summe sapientem, omnipotentem indubitanter affirmant etiam illi qui quomodo idipsum probari possint ignorant. Est itaque eruditis ve– lut maxima propositio, est cunctis in commune velut communis animi conceptio Deo attribuere quidquid altius attingit humana aestimatio. Et hoc certitudinis solido et velut intimae veritatis fundamento, summi etiam magistri passim quidem disputationis suae initium sumunt, cum divinis proprietatibus altius et augustius disserere intendunt" (De Tri– nitate, I, c.20, pp 96.98). Este razonamiento sigue haciéndolo siempre que se trata de explicar las distintas perfecciones en Dios. (]bid., ce. ss. p. 98ss). Un testimonio más para reforzar la opinión de una fuerte dependencia de la llamada teodicea bonaventuriana de la postura de Ricardo y de su Escuela. Cfr. P. VIGNAUX, Philosophie au Ma– yen Age, Paris 1958, esp. pp. 62-66; J.G. BouGEROL, Introduction a l'étude de S. Bonaventure. Tournai 1961, pp. 77-79; O. GoNZALEZ, Sobre las fuen– tes de Ricardo de San Víctor y su influjo en San Buenaventurn, en Ciud. Dios 176 (1963) 567-602. Sto. Tomás recoge también este mismo común sentir sobre Dios (I, q.37, arg.2; q.29, a. 3c.; I-II, q.102, a.3 ad 2 y ad 4, etc.). 58. I Sent., d.8, p.1, a.1, q.2: I, 153a-155b; Myst. Trinit., q.l a.l: V, 45a-51b. Cfr. Itin. c.5, n.3: V, 308b-308a; Hexaem., coll.5, n.31: 'v, 359b. Para evitar posibles equívocos, puntualizamos que cae fuera de nues– tro tema el estudio de la naturaleza del argumento llamado ontológico: interpretación bonaventuriana y crítica de su actitud ante él. Este es– tudio, por interesante que se presente, está fuera de nuestro propósito. Quizá de la orientación que demos al tema de la trascendencia e inma– nencia de Dios pueda hacerse luz para situar la interpretación de dicho argumento en su verdadero contexto. 59. I Sent., d.8, p.l, a.1, q.2: I, 153a-b. -52-
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