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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 75 En este punto, nuestro filósofo retorna a los orígenes de la filosofía, y especialmente a Heráclito, en donde descubre la idea que él quiere defen– der en este tiempo·moderno: el devenir no es puro y simple devenir, que aca– baría disolviendo al Ser. Hay un orden o estructura racional del devenir. Así lo expresa: «Es la idea de que lo permanente en el cambio es, ante todo, la forma o ley del cambio mismo; no es otro ser que se sustraiga al cambio, y que no contenga en sí mismo un otro de sí mismo. La existencia es duración; pero aunque las cosas duran mientras existen, su condición es la de venir a ser y dejar de ser, y del cambiar mientras dura la exis– tencia» 186. Pero, si, de esta manera, cree haber salvado la eternidad del orden inma– nente de lo real, hay que bajar al concreto devenir del ente individual para determinar, también aquí, lo permanente. . E. Nícol cree haber hallado la solución a este problema ( «salvar las apa– riencias» es la frase clásica para enunciarlo) con la distinción entre identidad y mismidad. Su tesis fundamental, al respecto, es ésta: «La mismidad y la alteridad no son incompatibles la una con la otra, aunque s.ean dialécticamente opuestas. La identidad y el cambio sí son incom– patibles, inconciliables incluso en un sistema dialéctico. Mismidad e identidad no son términos equivalentes: la mismidad es un dato de la experiencia, la identidad es una hipótesis de teoría» 187. ¿Por qué la identidad es una «hipótesis de teoría»? Para comprenderlo es necesario recordar lo que hemos explicado ante- riormente sobre Parménides. Como resumen podemos recoger estas palabras: «La identidad y la no contradicción, como principios del ser y el cono– cer, lo que expresan es una fe que tiene el filósofo, y que tenemos todos, en la racionalidad del ser; una necesidad que sentimos y una confianza en que el ser sea firmemente, como desea el mismo Parménides, y pueda ser conceptuado con la misma firmeza con que realmente es. La identidad del ser es el correspondiente ontológico de lo que es en lógica la univoci– dad del concepto. O dicho de otro modo: concebimos al ser como idén– tico porque necesitamos pensar unívocamente» 188 • La mismidad, por su parte, es «un dato de la experiencia» entendiendo por tal experiencia la «perceptiva». Esa experiencia identifica los entes en tanto en cuanto advierte alguna diferencia o variación. Si el ente fuese abso– lutamente el mismo, «no le reconoceríamos; no podríamos distinguir entre él y ese otro que habríamos percibido antes, y con el cual lo identificamos: el uno y el otro serían indiscernibles. Sólo se identifica lo distinto» 189 . 186 PC 317. 187 PC 314. 188 me 27. Cf. ME 35. 189 PC 313.
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