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74 MANUEL GONZALEZ GARCIA es esa realidad constituida por las· existencias contingentes», escribe en ih 65) hi,tce comprensible la · explicación •del devenir 18 1. El devenir es· necesario por razón de la causalidad (nullus ,effectus sine causa) y por razón de la forma del ser contingente que deviene (nihil fit sine ratione); Pero la verdad de este principio se sustenta en la necesidad del Ser (nihil est sine ratione), ya que ningún ente contingente tiene .razón propia 182. A este prop6sito escribe: «La suficiencia de la l'azón r~dica en el Ser: quod in .se continet ratione alterius, como dice Leibniz. Todo es Ser: el Ser es la razón de todo ser. Por lo mismo, es la razón de fondo de todas las formas de devenir, correspondientes· a las formas de ser. Pero el principio sólo puede ser suficiente si no se ausenta de aquello que carece de suficiencia propia. Por tanto, el Ser no. es razón de iµgo ajeno a sí _mismo. Es forzoso eli– minar esta tradicional alteridad del Ser ·respecto del ente» 183 '. El. probkma es dónde hay que situar lo permanente 184. La metafísica clásica, en la línea de Parménides, Platón y Aristóteles, con el respaldo del principio de no contradicción, situaban lo permanente fuera. del espacio y del tiempo, manteniéndose en una identidad estática, eterna, separado del cambio. E.- Nicol ,partiendo de los hechos, de la realidad misma, llega a esta– blecer la permanencia del cambio: «El cambio mismo es permanente, y como todc;, lo que cambia tiene. ser, según conceden· los propios. maestros griegos, acaso podríamos decir• que el. ser es permanente en el cambio. En el cambio mismo; no aparte de él» 185 • está .aparte, lo que excluye toda relación, o sea lo incondicionado. El absoluto es condi– cionante. De suerte que, a pesar de su significación literal, el absoluto es correlativo de lo relativo, e inversamente. Es tan inconcebible el absoluto sin la contingencia, como la absoluta ·relatividad» (CRS. 161), 181 ih 65. , .. 182 Examinando las diversas razones que contribuyen a la producción de un suceso concreto del devenir, hemos de tener en cuenta: 1) El Ser, que con su absoluta suficiencia es el fundamento de todo ser y suceder. 2) Los entes, que son el mundo de la contingencia. · Dentro de -los entes, habría que •distinguir entre: a) El mundo no humano, en· 'el que impera la necesidad. b) El mundo humano, en el que encontramos la libertad. Tánto en un mundo como en el otro, la forma de ser determina la ·causalidad. _c) J.s, causalidad ex_terior: Es _la !!(!gllnda razón inmedis,ta 4el suceso, qi.¡e, a su vez, está determinada por el ser del agente. Este, por su .parte, sólo halla la razón de ser en el Ser, cerrándose así la necesaria suficiencia racional para integrar, ser y devenir. En relación con la causalidad, E. Nícol analiza los tres principios que hemos recogido en el texto: nihil est sine ratione; nihil fit sine ratione; nullus effectus sine causa. El primero (nihil est sine ratione) se refiere a una raz6n necesaria y suficiente como razón de ser, la cual sólo se halla en el Ser. El segundo (nihil fit sine ratione) enuncia una razón subordinada al anterior principio, sin que lo sustituya. El tercero (nullus effectus sine causa) establece el régimen racional del devenir. Pero esta razón causal sola es insu– ficiente: «Solamente el absoluto puede resolver la aparente discordancia entre el orden contingente del.ser y el orden necesario del devenir» (ih 65). Cf. también ih 64, 71, 75. 183 ih 75-76. · 184 Ct. me 75. 185 lbid.. Cf. también ME. 145-46. ·
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