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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 67 es una nueva posici6n en cuanto incluye la irracionalidad de la Nada: «El Ser y la Nada siguen siendo .contrarios, pero en una relación que es. meta– lógica, por la índole misma de la Nada, y del condicionamiento por ella de la captación del Ser. La metafísica tiene, entonces, un fundamento absoluto pero irracional» 156. ' La determinación de este fundamento negativo y metalógico discurre a través ide dos niveles: el lógico y el existencial. En el primero, el lógico, el. esquema de. Heidegger no difiere esencialmente de Hegel, cuando establece que el negativo ontológico absoluto, la Nada, es el fundamento de ·la nega– ción lógica, operación realizada por el entendimiento. La Nada, tiene, enton– ces, un rango equiparable al Ser. Es más propio de Heidegger, el segundo nivel, el existencial. En éste, se da la angustia, una experiencia en la que advertimos que el Ser se pierde. Es más fundamental esta negatividad existencial que la lógica, ya que «el acto lógico de la negación no es sino una. variante del acto existencial ·del "anonadar", del que son una muestra la contravención, la execración, el fracaso, la prohibición, la privación» 157. Ambos actos, la negación lógica y la angustia, testimonian la Nada, si bien ésta se revela originariamente en la angustia. Con ello, se ha llegado a una Nada más allá de un orden racional, sin concepto ontológico. Y, «sin embargo, de ella depende que la metafísica pueda "reconquistar" el ente con los conceptos; pero sólo después de una interrogación que va "más allá". Este «más allá» es el que da sentido auténtico a la palabra meta-física, y se refiere a lo que Heidegger llama trascendencia: la experiencia angustiosa de "sobrepasa el ente en total"» 158. · Frente a las explicaciones dualistas de Parménides, Hegel y Heidegger, E. Nícol quiere establecer una metafísica dialéctica, positiva (no especulativa) y fenomenológica, pues el Ser es fenómeno: «El Ser sólo puede investigarse poniendo. la mirada en lo que .es. Los conceptos de la razón pura que se 'han llamado abstractos, como la Nada y el Ser indeterminados, deben considerarse más bien pseudo– conceptos. Llamamos conceptos a las representaciones intelectuales. El Ser puro y la pura Nada, por definici6n, no representan nada. El fonda– mento de lo que es representable no puede ofrecerlo un concepto vado de representación o significación» 15 9. 156 'El absoluto negativo', en Diálogos 5 (1968) 70. 157 Art. cit., 76. 158 lbid. Cf. PC 325-28, 343, 346, 420 (nota 1). Aunque E. Nícol sólo trata de pasada de Sartre, recuerda que, también en el filósofo francés, la Nada tiene arraigo existencial: «Es una palabra (en este caso una metáfora) con la cual se designan expe– riencias, comportamientos y actitudes negativas del hombre frente a las cosas y, sobre todo frente al prójimo» (OC 327). Entonces, la Nada se resuelve en «negatités». De esta man~ra, la Nada «es como el género común de todas las manifestaciones negativas de la vida o del ente humano, y en particular de esa supuesta negación del yo. que ·repre– senta la existencia del tú» (lbíd.). Cf. también PC 346-47. 159 PC 360.

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