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64 MANUEL GONZALEZ GARCIA los textos de Anaximandro, según los cuales todo se produce «según el orden del tiempo», no porque el tiempo, a manera de un juez, haya de ordenar lo desordenado mediante una sentencia conciliadora, sino porque «el tiempo es el orden, y todo lo que en él se produce es ordenado; aunque en la realidad percibamos el fenómeno de los conflictos, estos conflictos se producen de acuerdo con una regulación constante y uniforme, precisamente porque son temporales» l45. Heráclito, por su parte, nos habla de un ser visible, plural y cambiante, que lleva en sí mismo su orden, su lagos, razón inmanente de lo real. Todo es dialéctico menos el lagos, eterno e inalterable, que lo gobierna todo. Por eso, el cosmos es un orden. No se trata de un orden estático, sino de alte– ridades, oposición y lucha, que en el mismo enfrentamiento de los contrarios, alterándose, muestran su armonía, ya que no se habla de absolutos sino de concretos y relativos, que muestran su afinidad porque son. El ser mismo es cambio 146 • Si E. Nícol retorna a estas primeras afirmaciones filosóficas, es porque descubre en ellas el intento de explicar la misma intuición filosófica que él propugna: la explicación del Ser como devenir. Dialéctica y fenomenología presentan, en los filósofos presocráticos, un carácter concreto que no llegó a tener la filosofía de Hegel. Así se junta en la filosofía de E. Nícol un doble movimiento de retorno a los orígenes, sean los filosóficos, sean los del conocimiento, valorando positivamente cuanto se ofrece en la intuición primaria. Con ello, quiere alcanzar una metafísica: 1) Que sea realmente ontología por tratar del Ser en la plenitud de su concreción, sin que sea necesario emprender un éxodo que conduzca más allá ( metá) de lo físico. 2) Que sea concreta y positiva, sin desbordar la realidad espacial y temporal, pues el orden sensible y cambiante es el lugar propio de la me– tafísica. 3) Que sea dialéctica y fenomenológica, aceptando el carácter diná– mico, contradictorio y racional de los fenómenos, siendo estos los que circuns– criben el objeto de la metafísica y definen el método que ha de emplearse 147 • Dado que E. Nícol cree que el Ser es dado positiva, inmediatamente, juzga que no tiene sentido la pregunta por el Ser. Esta se ha formulado de varias maneras: ¿qué es Ser?, ¿por qué hay Ser? Hay un texto de E. Nícol que, si bien comienza como dubitativamente, 145 PC 496. 146 Cf. PC 501-2. 147 Aunque en el texto también mencionamos las calificaciones de concreta y posi– tiva, para E. Nicol las dos palabras claves de su nueva metafísica son «dialéctica» y «fenomenológica». Así lo reconoce en frases como esta: «Después de Hegel, y trans– currido el tiempo necesario, la misión de la filosofía consistía en reunir desde la base la fenomenología y la dialéctica» (me 125). Cf. también me 96; ME 172.
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