BCCCAP00000000000000000001097

62 MANUEL GONZALEZ GARCIA La metafísica tradicional, en sus variadas formas históricas, afirma la necesidad del absoluto, pero al situarlo «más allá», trascendente a la contin– gencia, lo confiesa igualmente fundamento y enigma 140. 3. LA METAFISICA DIALECTICA Y FENOMENOLOGICA DE E. NICOL a) EL RETORNO A LOS HECHOS E. Nícol cree que ha llegado el momento de cerrar todo un ciclo de la historia de la filosofía, ciclo de siglos, y retornar a otro planteamiento y solución de la cuestión metafísica. Frente a la intemporalidad, y la ausencia del Ser, propugna la recuperación del ser como tiempo y, a la vez, como pre– sencia. Esta recuperación supone una revolución o reforma del método, cuyo lema primero sería: El ser está a la vista. Esta afirmación quiere señalar de manera indudable la presencia del Ser, sin que esté oculto por apariencia alguna. La apariencia misma, el fenómeno, es Ser 141. E. Nicol propone el retorno a una «ingenuidad filosófica» para la cual «es inconcebible que haya distintos niveles ontológicos... No hay en el plano inmanente ninguna cosa que sea más que otra cosa, ningún aspecto del ser que sea más que otro aspecto, porque el hecho simple de ser es ya un absoluto, dentro del cual no caben gradaciones. Desde el punto de vista del ser, todas las existencias son equivalentes: la mesa no existe menos que el hombre, ni el hombre tiene menos exis- 140 En este punto, E. Nícol señala la diferencia que existe entre los planteamientos de la filosofía y la teología, en parte -recordando que la filosofía ha designado alguna vez al absoluto con el nombre de Dios. Con ello, «más bien realza el enigma de la trascendencia y revela el empeño en dar una razón de que lo que, por ser absoluto, no tiene una razón de ser» (ih 69). Para la teología (aunque su método sea racional), el enigma es legítimo. Parte de un Dios reconocido por fe, sin apoyo racional. Estrictamente, no necesita desentrañar racionalmente lo que es posesión inicial, lejana de la duda. El filósofo o metafísico duda. Cuando los filósofos hablan de «dios», no parten de una evidencia inicial -como los teólogos-, sino que Dios es «el nombre que ellos dan al acto final de una razón que proyecta salvar la contingencia» (ih 69). Cf. 'El absoluto negativo', en Diálogos 5 (1968) 64-69. 141 Cf. ME 176, 198; me 101-2, 118-19; PC 321, 505-6; CRS 244-47. Es inte– resante la nota 11 de la página 49 del artículo 'Fenomenología y dialéctica' (en Diánoia, 1973), en donde el mismo E. Nícol aclara cómo expresiones semejantes a «el ser está a la vista» quieren indicar, en sus obras, la presencia del Ser. Estrictamente, la fórmula «Hay Ser» no sería una verdad. A lo más que se atreve E. Nícol es a calificarla como «une verité de fait». La mente busca y halla esforzada– mente verdades partiendo de una verdad que no es buscada, sino poseída. Esta verdad poseída es precisamente el hecho de que «Hay Ser,._ En cuanto a qué entienda por «verdad de hecho», escribe: «No son teorías ni hipótesis, sino que expresan situaciones reales y objetivas dentro de un orden funda– mental y universal. Por ello constituyen las condiciones sine que non del conocimiento en general, lo mismo el científico que el precientífico» ( 'Los principios de la ciencia', en Filosofía 12, 1961, 699). a. también PC 302-3. En las obras más tardías, E. Nicol termina por emplear Ser (con mayúscula) para referirse al ser absoluto y distinguirlo del ser relativo. Tal es el caso de 'Los principios de la ciencia' o el arúculo 'El absoluto negativo'.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz