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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 59 esencial, con plena certeza de tal ser, y la evidencia que más tarde puede volverse dudosa, como es el caso de la experiencia sensible, en la que el ser se torne apariencia. De aquí la necesidad de efectuar la suspensión de la realidad deliberada y expresamente. Y así encontramos un cierto paralelismo entre Descartes y Husserl. En el filósofo francés, no es lo primero la certidumbre de algo inequívocamente real, 'sino la duda o pérdida previa de toda seguridad en la realidad; en Husserl, lo primario no es lo dado fenomenológicamente como evidencia pri– maria, sino la suspensión de la evidencia del fenómeno, de la plena certeza de la realidad. En ambos casos, la ciencia tiene que «librar» al ser. Y los dos, rom– piendo la continuidad del conocimiento, constituirían su filosofía, no sólo aparte sino incluso en contra del conocimiento precientífico. E. Nícol ve en Descartes y Husserl una repetición de los «discursos del método» de Platón y Aristóteles 129. Heidegger m1rcharfa por estos mismos caminos. Porque si bien acepti la comprensión preontológica del Ser, luego la indagación sobre el mismo ha de romper dicho nivel para alcanzar la verdadera revelación del Ser. Y, con ello, repite los planteamientos que arrancan de P,arménides, ya que el Ser sería invisible y oculto. Curiosamente, el Ser no sería fenómeno sino que el filósofo lo hace fenómeno. Es cierto que Heidegger cambia parcialmente la ruta de la metafísica tradicional al no separar al Ser de los entes. El Ser ya no es una supra– realidad. 1 ,Pero sigue anclado en la tradición, en cuanto el Ser no se mani– fiesta de manera inmediata; no es fenoménico ni patente; está oculto. Y si su filosofía puede ser considerada como fenomenológica es justamente porque se llama fenómeno a lo que no se muestra. El Ser está velado, oculto, encu– bierto, desfigurado, enterrado. Y es misión de la filosofía sacar a la luz el Ser, más allá de la presencia inmediata, cuando se llega a la vivencia exis– tencial de la angustia en la cual el ente se desvanece y sobreviene la reve– lación del Ser 130. Con estas indicaciones termina E. Nícol su repaso histórico en torno al problema del ser y el tiempo, que condujo, en el fondo, a la ocultación del Ser. Antes de exponer los principios fundamentales de su metafísica dialéc– tica y fenomenológica, presentamos esquemáticamente la doctrina tradicional de la metafísica sobre el Ser. 129 Así lo afirma E. Nícol en ME 176-77; me 101. 130 E. Nícol se refiere a Heidegger en bastates pasajes de sus escritos. Pero, estric– tamente, no hace en ningún lugar una exposición sistemática de su pensamiento. La da por supuesta, tal como puede verse en HE 341-42; he 391. Para las referencias que hemos hecho en el texto, cf. las explicaciones que da en HE 332 ss.; he 38Oss. (en ambos casos entremezcladas con otras noticias filosóficas que no tienen demasiada rela– ción con Heidegger) y, sobre todo, ME 195-99, 268-73; me 117-20, 172-75; 'Feno– menología y dialéctica', en Diánoia (1973) 41-58.

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