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58 MANUEL GONZALEZ GARCIA el Ser. Este movimiento es dialéctico: es, justamente, el movimiento, el Devenir» l24. Otro de los caracl'eres del absoluto hegeliano es su inexistencia. Nueva– mente aquí Hegel recibe una herencia del pasado, aunque saque las últimas consecuencias. Ni el Ser ni la Nada existen porque carecen de determinación. Si la tuvieran, postularían el absoluto, ya que no lo serían 1 25 . Ser y Nada, indeterminados e inexistentes, son el principio. La Nada sola no puede serlo, pero tampoco el Ser solo, porque en este caso no se explicaría el no ser de los entes. La existencia es la que nos revela que sus componentes exigen el Ser y la Nada. Estos, sin embargo, como inexistentes, no pueden dar origen a la existencia, aunque donde los encontramos, como necesidad de justifioación, sea en la realidad concreta y determinada 126 • - Husserl y Heidegger Después de Hegel, las únicas referencias que nos interesan en este repaso histórico son la de Husserl y Heidegger. Si atendemos a la dimensión dialéctica de la filosofía, E. Nícol es tajante al escribir: «Después de Hegel y de Marx, las formas modernas de dialéctica no introducen ninguna nota nueva radical» 127. Husserl y Heidegger interesan sólo por su aportación a la dimensión fenomenológica de la filosofía. Husserl es heredero y partícipe de lo que E. Nícol denomina «situación cartesiana» y «operación cartesiana». La «situación cartesiana» consiste en vivir la insatisfacción de los soluciones filosóficas dadas en la historia y, más allá aun, estar en desacuerdo con el fundamento de dichas soluciones. Por eso, se impone la necesidad de «romper con el pasado». «La operación car– tesiana», es decir, la duda metódica, sería la consecuencia de la anterior «situa– ción cartesiana». Descartes habría cambiado el fundamento tradicional de la metafísica, poniendo una intuición existencial en lugar de un principio a priori, el de no contradicción. Pero, ,en su sistema, lo importante no es tanto la intuición cuanto la duda, que E. Nícol interpreta como ontológica, ya que «no se limita a deshacerse de unas opiniones, sino que suspende efectivamente la realidad misma de aquello sobre lo cual versan todas las opiniones, y que es el ser» 128 • Husserl repetirría la «situación» y la «operación» cartesiana, aunque con caracteres propios. Se sitúa en el terreno de las intuiciones reales. Y dis– tingue entre la evidencia (visión apodíctica) de una esencia, o una relación 124 PC 358. 125 PC 354-55, 360. 126 PC 356-57; 'El absoluto negativo', en Diálogos 5 (1968) 73-74. 127 'Fenomenología y dialéctica', en Diánoia (1973) 60. 128 me 101; :ME 176.
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