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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 57 la racionalidad del devenir. El cambio es racional porque se halla regido por la legalidad de la contradicción y unificación de los contrarios: «la contra– dicción no es irracional» 121. Para Hegel, lo contingente y determinado postula lo absoluto e inde- terminado ·a mvel de ser y de no ser: «la conj,mción de ser y no ser que advertimos en el existente... no es sino la forma que toma, en el nivel de determinación, esa otra conjun– ción que se presenta en el nivel absoluto entre el Ser y la Nada. Al ente que "es y no es" hay que darle algún principio. El principio ten– dría que ser dual, puesto que son dos los componentes que aparecen en aquello que depende del principio. De suerte que el Ser y la Nada han de manifestarse ambos, en el nivel de absoluto, en vez de excluirse mutuamente; como se afirman, en el nivel de la existencia, el ser esto y no ser esto, la identidad y la mutación» 122. Ello es así porque la racionalidad del devenir se encuentra justificada en el principio, en los dos absolutos. Porque el Ser no excluye la Nada, sino que la implica. · Pero no sólo se trata de que haya una correspondencia para el ser y el no ser del ente en el Ser y la Nada, sino de que la real conjunción entre ser y no ser en el ente ha de estar fundamentada, para tener su razón ontológica, en la unidad que ha de darse entre d Ser y la Nada a nivel de absolutos. Ahora bien, mientras a nivel de los entes nos movemos en lo determi– nado, en los principios absolutos nos encontramos con lo indeterminado. Es precisamente la indeterminación· uno de los caracteres del absoluto hegelia– no 123 • Tanto el Ser como la Nada carecen de determinación y de contenidos; son igualdad consigo mismo, puros. Y, siendo contrarios, pueden, al mismo tiempo y por su pureza, fundamentar el devenir al desaparecer cada uno en su contrario: «El Ser no tiene relaciones, y por tanto es el puro vacío. No hay nada que contemplar en él, a menos que se trate de una contemplación pura y vacía. En verdad, esta nada que se contempla en el Ser es la pura Nada: el Ser es la Nada, ni más ni menos que la Nada... La Nada, correlativamente, es la simple igualdad consigo misma, el vado perfecto, la ausencia de determinación y de contenido, la perfecta indiferenciación en el seno de sí misma... Aunque el Ser y la Nada sean una y la misma cosa, por ser ambos indistintos e indeterminados, difieren absolutamente el uno de la otra; lo cual no implica que sean inseparables. Esto es así porque cada uno de los dos desaparece directamente en su contrario... La verdad del Ser y de la Nada radica en ese tránsito, en ese movi– miento de desaparición directa del Ser en la Nada y de la Nada en 121 IEI absoluto negativo', en Diálogos 5 (1%8) 71. Cf. PC 342, 344. 122 PC 356. Cf. 'El absoluto negativo', en Diálogos 5 (1968) 73-74. 123 'El absoluto negativo', en Diálogos 5 (1968) 73.

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