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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 55 espacio constituyen, según Leibniz, «la capacidad del orden posible de exis– tencia». La posibilidad es el principio de la esencia; la esencia es a su vez el principio de la existencia. La existencia se encuentra vinculada, por tanto, al espacio y al tiempo por las condiciones de posibilidad, por la individua– lidad monádica que es toda existencia y por esta fuerza interna de desarrollo que determina su acción» 11 4 • - Hegel E. Nícol destaca la importancia que tiene Hegel, en el tema que vamos viendo resumidamente, por estas dos razones.: 1) «La concepción dinámica del ser vuelve a poner a la metafísica en la vía que abrió Heráclito, y que quedó interceptada por Parménides con el principio de la intemporalidad y el de la no contradicción». 2) «Esto requiere ineludiblemente la formación de una lógica nueva, la lógica dialéctica, cuyo germen se encuentra ya en Heráclito, y que es más adecuada para la comprensión del ser temporal que la lógica de la univo– cidad intemporal» ns. Hegel acepta la idea del dinamismo de la sustancia espiritual o Idea, que se ofrece bajo las formas de naturaleza física y de espíritu. En ambos casos, el Ser es proceso, de tal manera que naturaleza e historia son expre– sión directa de la Idea. Por ello, tanto la naturaleza como el espíritu son racionales. En el campo de la naturaleza, la Idea es un elemento que carece de concepto. En lo espiritual, la Idea se piensa a sí misma, siendo su pen– samiento un acto formativo del ser en devenir, una forma histórica de ser. Naturaleza y espíritu están unidos, aunque el lugar propio de la Idea sea el espíritu. La Idea es la protagonista del devenir, siendo, a la vez, su forma y su materia. Se halla en el fenómeno, en el ser temporal, sin ocultarse bajo ninguna clase de apariencia na. 114 HE 95. También PC 114-16, 123-32; 'Verdad y Expresión', en Revue Interna– tionale de Philosophie 16 (1962) 21-22, 32. Para el empirismo y su parcial rehabilitación de la apariencia, cf. HE 45-46. Kant supondría un retroceso en la renovación metafísica iniciada por· Leibniz (ME 46, 80-81, 192; HE 13, 17, 19, 38, 47-56). E. Nícol compara la posición ~tiana en filosofía a la de Laplace en física ('Verdad y Expresión', en Revue Internationale de Philosophie 16, 1962, 22). 115 'Verdad y Expresión', en Revue Internationale de Philosophie 16 (1962) 23. 116 En Hegel, el mundo y el espíritu son racionales porque la razón misma es su sustancia, mientras que en Leibniz la racionalidad del mundo nace de una potencia infinita trascendente, y en Kant la racionalidad deriva de las formas puras de nuestro conocimiento. Como, en Hegel, el ser espiritual se piensa a s{ mismo (aunque no se desconecte de la naturaleza funcionalmente), la especulación es un acto formativo del ser, mientras que en la física de Newton (y en las filosofías de la historia· que se inspiran en tal física, como Voltaire y Montesquieu) la razón del cambio es la ley. Los efectos son distintos en una y otra concepción: en Hegel tiene lugar una renovación ininterrumpida; en Newton, Voltaire y Montesquieu se produce una reiteraci6n y regularidad constante. De Dilthey se distingue Hegel,· en cuanto el espíritu y la naturaleza están descone– xionados en aquél. Y Marx, si bien mantiene la conexi6n naturaleza-espíritu, hace que la «determinación natural» someta la historia espiritual a la naturaleza (Cf. HE 99 ss.; he 111 ss.).
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