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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 53 Con estas afirmaciones se oponen al puro movilismo que propugnaban los sofistas. Pero es de resaltar que, en ambos casos, no se habla de la experiencia primaria de lo que existe, sino que reflejan, en sus palabras, la unión de ser y racionalidad, aunque tal unión no se encuentra en el movimiento, es decir, en el tiempo. Pero también se oponen al inmovilismo parmenideano. Así, dice Platón: «Hay que conceder el ser al cambio y a lo que cambia». Y Aristóteles: «Es necesario que lo que cambie sea» 106. De aquí que, desde su posición conciliadora, Platón y Aristóteles «se enfrentan, pues, a quienes hayan negado el cambio; pero también se oponen a quienes hayan podido negar la permanencia, porque sostuvieron la tesis del movilismo universal. Según esto, hay algo que cambia y algo que no cambia» 107 . El ser que no cambia, inmóvil, tiene carácter de absoluto para ambos pensadores. El ser que cambia no se encuentra en el mismo nivel ontológico que el ser que no cambia. El ser que cambia no tiene por contrario al Ser sino al no ser, hallándose por tanto, el ser del cambio entre el ser y el no ser 108 • Platón y Aristóteles conceden algo de ser a lo que cambia. Su meta es salvar este ser cambiante, porque el Ser ya estaba seguro. Ellos quieren hacer compatible el Ser con el devenir y la pluralidad. Pero no sitúan al ser cambiante en una plenitud ontológica idéntica a la del Ser. Establecen, pues, dos distintos nivdes ontológicos y, con ello, una concepción dualista del Ser en la que el ser cambiante está rebajado de categoría ontológica en comparación con el Ser inmóvil; el ser temporal está afectado por la irracio– nalidad del tiempo, de la cual se halla libre el Ser inmóvil 109 • Cuando Platón y Aristóteles quieren ubicar al Ser inmóvil, intemporal y al ser cambiante, temporal, lo que hacen es reformar el Ser de Parménides e interpretar los datos de la experiencia (mutación y mismidad) en términos dualistas: 1) Algo no cambia y permanece idéntico e inmutable. 2) Algo cambia y es mudable. La metafísica platónica nos ofrece un dualismo de dos mundos o sec– tores de la realidad plenamente divididos por un corte horizontal. Por enci– ma, se hallaría el mundo de las ideas con su eternidad, y, por debajo, el mundo de las apariencias empapado de temporalidad. La metafísica de Aris– tóteles corrige la existencia de dos mundos, pero mantiene la existencia de 106 ME 145; me 74. 107 ME 145; me 74-75. 108 Platón afirmó que «hay cosas que son, y al mismo tiempo no son, las cuales participan del puro ser y del µo ser absoluto». Y Aristóteles, «así como el devenir siempre participa del ser y del no ser, así lo que deviene es algo intermedio entre lo que es y lo que no es» (ME 146; me 75). 109 Cf. HE 126, 268-69, 333; ME 17, 71, 125, 167.
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