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48 MANUEL GONZALEZ GARCIA actual de cada cosa. Pero ahora lo importante es notar que con el sólo empleo de la palabra q>ÚO"L~ se expresa ya ese afán» 88. Esta «physis» fue definida de distinta manera: para Tales era el agua; para Anaximadro, el infinito o lo indeterminado; para Anaximenes, el aire. Pero, ni tal agua es la que bebemos o el aire que respiramos. Porque «el hecho saliente, el dato positivo que ofrecen estas filosofías naturales, es pre– cisamente su carácter ontológico, o sea metafísico. La reflexión filosófica sobre el cosmos es una interrogación sobre el ser, sobre las formas del ser y del cambio» 89 • - Heráclito Heráclito enlaza con los filósofos milesios, ya que participa de su misma inquietud filosófica: establecer el principio de unidad en la diver– sidad. Pero el punto de arranque es diverso. Si los milesios iban de la diver– sidad y el cambio hacia la unidad, Heráclito emprende su camino desde «la idea bien lograda y arraigada de un orden en el cambio y una restauración orgánica y sucesiva del equilibrio» so. Es común presentar a Heráclito como «el filósofo del cambio», del devenir. Esta imagen sirve para contraponerlo a Parménides, que sería «el filósofo del ser» 0 1 • Pero, si Heráclito puede ser denominado «el filósofo del cambio», no lo es porque él descubriera el cambio -ya presente en el an– terior pensamiento-, sino porque el cambio es fundamento explicativo de sí mismo. El filosofar de Heráclito es concreto, porque mira atentamente las cosas concretas, relativas y contrarias. Son, dejan de ser, llegan a ser. El devenir explica el ser y el orden de la realidad: «Esta es la novedad radical. La unidad de lo plural, diverso y cambiante, se halla en el cambio mismo. El principio de las cosas y la explicación del cambio, son, en los milesios, algo ajeno a las cosas, primordial res– pecto de ellas, y además ajeno al cambio en el sentido de anterior al mundo, tal como se presenta a nuestra experiencia... Lo principal, para Heráclito, -es decir, el principio- es la razón que rige el movimiento y que lo explica, como explica las cosas mismas que se mueven y cam– bian, sin recurrir a nada que sea ajeno al mundo cerrado del movi– miento, ya sea en el espacio, en el tiempo o por la substancia. Es la idea de inmanencia... En Heráclito... "lo que es" es porque es cambio, y no a pesar de su cambio» 02. 88 IH 221-22. CL también IH 225-26, 233-34. 89 PC 399. También ME 121; IH 229-31; PC 465 ss.; 'Los conceptos de espacio y tiempo en la filosofía griega', en Diánoia (1955) 152-53. 90 IH 237. 91 E. Nícol no está de acuerdo con tales calificaciones tal como puede verse en ME 156; me 84; HE 236. 92 IH 238-39. De modo parecido escribe en HE 36. Por ello, E. Nícol llama a Heráclito «filósofo del ser» (cf. me 85, 89).

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