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44 MANUEL GONZALEZ GARCIA adquirir un principio perdurable. Tal principio fueron las verdades. Ahora, la situación normal se ha invertido. Lo perdurable habría desaparecido y sólo nos quedaría lo pasajero. «Esta crisis del hombre sería justamente la situación normal. Pues si toda verdad, como producto de la razón histórica, tiene una validez limitada temporalmente, y cumple la única función de expresar la situa– ción vital presente, sabemos de antemano que cuantos principios verda– deros logremos encontrarle a nuestra vida serán tan frágiles como ella, por lo mismo que son también vitales o históricos. La situación normal del hombre sería entonces la del desesperado de la verdad; la del ser en crisis permanente» 74. Llegados a este punto, según E. Nícol, no hay otro posible camino que la renovaci6n de la metafísica sin evadir el problema de la historicidad. Sólo la metafísica puede iluminar y luego solucionar el problema de la verdad, pues las ciencias particulares son únicamente «filosofía especializada» 75. 2. LAS SOLUCIONES HISTORICAS AL PROBLEMA DEL SER Y EL TIEMPO a) SENTIDO DEL RECORRIDO HISTORICO La metafísica que nos presente E. Nícol no es «nueva» en sentido estric– to. El mismo se siente entroncado con los problemas tradicionales filosóficos e incluso no duda en afirmar que está dentro de la denominada «philosophia perennis», si es que ésta no se concibe como algo estático, como un sistema definitivamente cerrado 76. Dentro de la «philosophia perennis», E. Nícol se siente ligado a la obra de reforma («empezar de nuevo», «buscar un nuevo comienzo»), que carac– teriza a la filosofía moderna: «Con mayor o menor solemnidad, hay que ir repitiendo, para cada filo– sofía, aquella famosa operación cartesiana de las Meditaciones, que Hus– serl evoca y reitera en las suyas. Si no se retrae sobre sí mismo «una vez en la vida» y trata de derrocar en su interior el edificio del pensa– miento ajeno, para reconstruirlo de nuevo, el pensador no puede ser nunca un auténtico filósofo. Descartes y Husserl propugnan esa «des– trucción» para el cuerpo entero de las ciencias, válidas para el filósofo hasta el momento de su puesta en crisis. Pero una operación semejante cabe efectuarla singularmente para cada filosofía, y es menester hacerla para las de nuestro tiempo, como condición preliminar de una eventual crisis completa» 77. 74 IH 17-18. 75 'Historicidad y trascendencia de la verdad filos6fica', en Proceedings of the Seventh Inter-American Congress of Philosophy (Québec 1967) 93. 76 Art. cit., 97. 77 HE 10. Para E. Nícol, el deseo de reformar la filosofía habría nacido ya en Bacon (d. 'Fenomenología y dialéctica', en Diánoia, 1973, 40).
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