BCCCAP00000000000000000001097

42 MANUEL GONZALEZ GARCIA c) LA CIENCIA En la ciencia, en general, las diversas teorías, las leyes, los descubri– mientos, sucediéndose cronológicamente, aumentaban los conocimientos. La paulatina eliminación del error iba consolidando el edificio de la ciencia cons– truido sobre una amplia base empírica y con caracteres de apodicticidad. Kant había precisado los fundamentos de esta ciencia sobre la deducción trascendental de las categorías y los juicios sintéticos a priori. Ello suponía, de un lado, que la razón humana era inalterable y uniforme y, de otro, que las formas posibles de juicio eran inmutables, así como los conceptos cate– goriales que se deducían trascendentalmente de ellas. La ciencia, pues, se fundamentaba en operaciones legítimas del entendimiento que construía una verdad uniforme e inmutable, delimitada en sus contornos por el error. Pero también la ciencia entró en crisis con el descubrimiento de la historicidad. Esta no podía ser concebida como una simple «crónica histó– rica». Si así fuera, la historicidad no afectaría estrictamente a la verdad de la ciencia, pues tal «crónica histórica» dejaba fuera a la verdad científica. Una historicidad de tal tipo reflejaría la acumulación de datos científicos, la libe– ración paulatina del error y una mejora progresiva en la observación. Esta clase de historicidad no crea problema alguno a la verdad de las ciencias 62 . La historicidad tiene otra dimensión profunda, interna, más allá del concepto de «crónica». Pues, «si la situación de estas verdades no tienen una forma unívocamente progresiva, sino la forma de un proceso evolutivo, entonces parece que los resultados de la tarea científica no dependen sólo de la relación cognoscitiva entre el sujeto y el objeto, sino además, de una relación histórica entre el pensamiento de este sujeto y sus antecedentes. El pro– blema se centra en ese además» 63_ Y, así, desde un punto de vista antropológico, las categorías kantianas ya no son un a priori sino simple y llanamente históricas. No por cronología externa, «sino porque es esencialmente histórica la función simbólica misma, cualquiera que sea el esquema teórico o el sistema lógico que se emplee» 64 • Además, la historicidad interna afectará a la ciencia con una «mutación frecuente, forzosa, turbadora, de los esquemas teóricos en que se fundan la 62 PC 30. Algunas ideas sobre la historicidad y la v,erdad de las ciencias pueden verse en '~erdad y Expresión', en Revue Internationale de Philosophie 16 (1962) 3-39. 63 PC 28. 64 ME 109. Cf. también 80-83. Sobre el sentido que haya de darse a la palabra «simbólica» en los escritos de E. Nícol recogemos, por ahora, las indicaciones de esta misma obra en las pp. 350-51: «El símbolo no es nunca propio y exclusivo de quien expresa, sino que éste lo pro-pone justamente como signo común de entendimiento, como medio de vinculación, como esa tessera hospitalis de que hablaban también los romanos. La significación se establece simbólicamente, que quiere decir lo mismo que dialógica– mente; o sea, que la virtualidad significativa del símbolo no depende tanto, o no depende sólo, de su relación con la cosa simbolizada, cuanto de la auténtica relación simbólica por la cual se produce la comprensión cooperativa de los dialogantes... La simbolización presupone la alteridad: sin dos términos que se reúnen, no hay relación simbólica».

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz