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34 MANUEL GONZALEZ GARCIA «La necesidad de una ciencia metafísica, y no sólo su posibilidad, pueden revelarse ante cada cual como se le reveló al personaje de Moliere el hecho de que hablaba en prosa. Todos hablamos siempre metafísica– mente. Basta decir "el uranio es un mineral radioactivo", o "esta mesa es de madera", para comprobar que nuestros asertos más ordinarios tienen un contenido ontológico. Siempre hablamos del ser; lo que podemos conocer es siempre el ser» 48_ Más concretamente, la metafísica de E. Nícol condiciona, con sus plan– teamientos y soluciones, la antropología en diversos puntos. La tesis central de su metafísica es la identificación de Ser y realidad cambiante (dialéctica) y visible (fenomenológica). Con lo cual, el Ser asume una condición espacial y temporal, extraña a los sistemas metafísicos tradicionales. Tal condición del Ser repercute inmediatamente en la historicidad del hombre. Frente a las soluciones de Dilthey, afirmando una historia sin ontología, o de Heidegger, que construye una ontología sin historia, E. Nícol pretende edificar una his– toria que es, a la vez, ontología. La historia será el ser del hombre: el hom– bre ha de actuar o expresar para ser. Su insuficiencia ontológica, su contin– gencia, se corrige o compensa con su acción histórica, mediante la cual crea su ser. La expresión, en el hombre, es la manifestación del ser. Pero, para llegar a comprender y valorar debidamente el ser histórico (el hombre), es preciso conocer anticipidamente qué sea el Ser. También la· noción de Ser repercute en el problema epistemológico. Porque la presencia del Ser en la realidiad obliga a una revisión de la tradi– cional invisibilidad del Ser y de la degradación ontológica de las apariencias. Paralelamente al ascenso ontológico de éstas, tenemos la correspondiente recuperación de la experiencia inmediata como medio de acceso al Ser, en una intuición pre-científica, común y universal. Y, además de estas indicaciones, E. Nícol recuerda la necesidad de unir el estudio de la historicidad y la ontología cuando escribe: «El tema del absoluto, en tanto que atañe a todo lo existente, pudiera quedar al margen dé una investigación restringida a la contingencia del ser humano y a la gestación de la historia. Pero la ontología de la historia no debe desprender el ser humano, y considerarlo aparte de la contingencia total. La diferenciación conduce a una integración: historia y naturaleza no están separadas. La necesidad opera unívocamente en la cosa; en el hombre se conjuga dialécticamente con la libertad. Por esta razón, no puede. estar bien asentada una dialéctica histórica que no incorpore los resultados de una investigación ontológica general, en la que el dato de la contingencia remite inevitablemente al tema del absoluto» 49 • Por todo ello, el tema inicial de la «historicidad» del hombre se fue convirtiendo en una ontología del hombre en tanto que ser histórico y pro– ductor, también histórico, de ob¡etos y del conocimiento. 48 PC 20, nota 5. 49 ih 63.

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