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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 29 Esta «continuidad del camino» de que habla E. Nicol en las palabras anteriores queda patente cuando descubrimos no sólo la insistencia sobre unos mismos temas en sus escritos, sino también cómo unas obras se engar– zan con otras y el filósofo anuncia repetidamente la aparición de obras nuevas que responden a un mismo planteamiento en el fondo. Su primera obra, Psicología de las Situaciones Vitales, es germen de otra posterior, La idea del hombre, «complemento, en forma doctrinal e his– tórica, del bosquejo de antropología filosófica que contiene mi Psicología de las Situaciones Vitales» 34. En el año 1950 ya anunciaba la Metafísica de la expresi6n, publicada en 1957: «No es éste el momento de ahondar semejante investigación (la cual habrá de ser objeto de una próxima Metafísica de la Expresi6n, pre– vista ya en la Introducción a La Idea del Hombre)»; «en cuanto a la relación (Jntica y epistemológica entre la individualidad -la humana, claro, muy con– cretamente- y su función simb6lica, habrá de ser objeto de ulterior estudio, -:orno ya anunciamos, en una Metafísica de la Expresi6n» 35. En el prólogo a la segunda edición de Psicología de las Situaciones Vitales señala cómo las ideas expresadas en la primera edición no aparecían plenamente desenvueltas y además fue necesario el paso desde el campo psicológico al dominio ontológico, señalando que esta continuidad en el des– arrollo y enriquecimiento de un mismo tema «ha de interpretarse humana– mente como vocacional» 36. En 1957 ya anuncia otra obra futura: Los principios de la ciencia, en donde será tratada «la cuestión especial de los principios comunes a la física y la metafísica» 3 7 , apareciendo tal obra en el año 1965. Dice así en ella: «Ha proseguido, pues, en esta obra, la tarea metafísica de una crítica de la razón iniciada en La idea del hombre, en Historicismo y existencialismo (cuyo subtítulo es, precisamente, La temporalidad del Ser y la Raz6n), y en la Metafísica de la t:xp1esi6n» 38, Y en 1977 escrit::e: «Sobre el aspecto particular del régimen de ia verdad del que se trata en este contexto podrá verse La reforma de la filosofía (próxima publicación)», obra publicada en 1980 39, 34 IH 10. 35 HE 16 y 22 respectivamente. 36 Página 18. Es muy interesante, como experiencia personal,. leer lo que escribe E. Nícol en FH 266-67, donde afirma que el tema de la «expresi6n» pas6 a ser su vocaci6n personal dentro de la vocad6n genérica de la filosofía. Así escribe, entre otros detalles: «El tema puede haber acusado su presencia precozmente, más que como tema definido, que como proyecto de investigaci6n, como una vaga pero inquietante presunci6n de que en él se encierra un problema de fundamento. No vienen a la mente todavía los conceptos, con los cuales se podría justificar ese carácter fundamental del problema; pues, claro está, la posesi6n de tales conceptos implica la soluci6n del problema mismo. Por consiguiente, la titillatio, la incitaci6n que el tema despierta tiene que satisfacerse al principio rascando nada más bordes; es decir, aventurándose sin guía desde la periferia de esa masa infinitamente variada de los fenómenos expresivos». 37 ME 10. 38 PC 510. 39 ih 297, nota 3.

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