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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 231 integración última de su pensamientó, mostrándose también reiterativo no sólo en las ideas sino también en las citas de textos y pasajes filosóficos, particularmente de los de la época griega. Al lado de esta .deficiencia, hemos de señalar la finura y agudeza de sus palabras en más de una ocasión. Podrían entrar a formar parte de una antología filosófica algunos de los párrafos dedicados a presentar los ele– mentos «materiales» de las situaciones vitales, como la deshumanización en el· éxito y el fracaso, la intimidad y la prisa, el secreto y la ignorancia. Como .también ciertos comentarios sobre la vocación de la vida y. de la muerte, el valor de la palabra, el mito, la política o la libertad. Se trata, en estos casos, de análisis en los que E. Nícol ha puesto, si cabe, lo mejor de su penetración psicológica y filosófica junto con una bella expresión literaria. · · De toda su filosofía, la metafísica es la parte más extraña, si la cote– jamos con la filosofía tradicional. Aunque E. Nícol se empeñe en usar el nombre de «metafísica», hay un giro tan radical en sus principios y con– clusiones, que difícilmente se la puede seguir llamando de esa manera. Uno de ·los principios criticables es el que se refiere a la experiencia primaria que todos tendríamos del Ser, porque «está a la vista». Y todavía. lo es más su idea de que la metafísica ha de limitar su c:ampo de reflexión al cómo de los entes, dejando de lado las preguntas sobre el por qué y el para qué, tal como indican estas palabras suyas: «Es natural que al pensamiento humano le inquiete además el pro– blema de la razón última. Pero este problema puede quedar desglosado de la investigación científica (la ciencia es muy limitada), sin que esto implique poner en compromiso la racionalidad de lo real. .. El mundo será siempre un misterio para el hombre. Si la ciencia na– tural llegase a formular una suprema 'ecuación del universo' que inte– grase los fenómenos de todos los campos, esta comprensión inmanente de, jada aparte el campo de lo humano; pero incluso dejaría sin respuesta el interrogante del principio, del fin, del por qué y del para qué. Lo que es urgente señalar es que estos problemas últimos no son metafísicos porque rebasen el alcance de la ciencia: si rebasan el alcance de la ciencia es porque son meta-metafísicos» 753, E. Nícol quiere responder a las preocupaciones filosóficas actuales. Y lo hace con valentía, sin eludir las dificultades. Su sensibilidad filosófica le hace comprender tanto el lejano mundo del pensamiento griego como las aportaciones del historicismo y el existencialismo. Conoce la filosofía pe– renne, pero está preocupado, sobre todo, por el presente. En lugar de mantener el edificio filosófico, opina que hay que renovarlo profundamente. 753 PC 452-53. Cf. también ME 243.

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