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220 MANUEL GONZALEZ GARCIA de suficiente desarrollo. Como ejemplos de esta «deficiencia» podemos indicar varios puntos. Alude E. Nícol a la «morfología» de la historia, pero, fuera de la distinción entre temporalidad e historicidad, no encontramos descripción alguna de las «formas» de la historia. El paralelismo entre la vida individual y la vida colectiva está más insinuado que expuesto 741 . En ocasiones, sus ideas históricas parecen simples notas marginales a diferentes temas filosóficos. Otras veces, los comentarios y exposición de los filósofos no aportan nada destacable en comparación con lo que encontramos en las historias de la filosofía. Hay, también grandes saltos cronológicos engar– zados por unas líneas 7 4 2. Este panorama, desconcertante, ha quedado refle– jado también en nuestro trabajo. Debido al escaso volumen de la bibliografía sobre la historicidad, ha sido una permanente tentación el deslizarnos hacia otros temas; algo que hemos tratado de evitar. La historicidad del ser humano ha sido presentada en tres grandes apartados: 1.-El ser del hombre es descrito mediante las situaciones vitales y una nueva definición ontológica. Con esta última se hallan unidos los temas de la expresión y la teoría de la mundanidad. 2.-La causalidad histórica. 3.-El conocimiento. 1.-El ser del hombre Por los caminos de la psicología, la comprens1on del hombre ha de buscarse a través del análisis de la experiencia de la vida, ya que dicha experiencia es la fuente del conocimiento psicológico y el punto donde encontramos el sentido de todo lo vivido. No se trata de analizar deter– minadas experiencias empíricas, sino de penetrar en la totalidad de lo vivido. El hombre tiene la plenitud de su apariencia temporal presente, sin que exista realidad alguna velada por dicha apariencia. Sin embargo, la mismidad del yo sólo posee sentido de totalidad en cuanto se incorporan al ahora el antes (el pasado) y el después ( el porvenir). Estas tres dimen– siones del tiempo se articulan en la existencia humana a través de la intencionalidad. 741 Cf. IH 26-27, 38-40. 742 Las indicaciones que señalamos en el texto se basan en la lectura de los escritos de E. Nicol. Un ejemplo de los saltos cronológicos puede verse en el capítulo I de HE (23 ss.). En esta misma obra, por ejemplo, Heidegger es una disculpa ,para e:x;poner sus propias ideas. La «circunstanciaHdad» de a1gunas de sus ideas puede verse en VH, que es una colección de artículos de las más, diversas procedencias y que aparecieron entre los años 1940-1951. También es revelador contrastar los contenidos de las dos ediciones de Metafísica de la expresión (años 1957 y 1974), en donde no sólo se suprime un capítulo entero (el segundo de la primera edición titulado «El principio del ser»), sino que hay numerosas correcciones y cambios en el texto, aunque se mantenga la misma doctrina globalmente.

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