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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 219 E. Nícol escribía en el año 1957 estas palabras: «Una vez establecidos los principios de una metafísica de la expresión, se ha de percibir sin duda que ella es una consecuencia sistemática necesaria de la premisa que fue, en La idea del hombre, aquella tesis de la historicidad del ser humano» 739 • Justamente, ha sido esa premisa -la historicidad del ser humano– la que hemos querido desvelar, en lugar de atender a la consecuencia sis– temática, la expresión. Aunque E. Nícol hable repetidamente en sus escritos de la historici– dad, no es éste el único centro de sus preocupaciones filosóficas. Cuando uno comienza a leer sus obras, llama la atención las abundantes refer,encias a la misma. Sin embargo, un examen más detenido de sus escritos muestra que sólo trata de un modo más sistemático de la antropología, y la histo– ricidad, en Psicología de las Situaciones Vitales y en las dos introducciones de La idea del hombre. Otros aspectos complementarios se encuentran en los capítulos segundo (La historia y la verdad) y cuarto (El principio de causalidad. II. La causalidad histórica) de Los principios de la ciencia y el capítulo IV (Teoría de la mundanidad) de La reforma de la filosofía. El resto de sus libros no aportan novedad alguna de relieve a su pensa– miento antropológico. Son obras que vienen a reincidir en las mismas ideas, que tornan a comentar los mismos pasajes de los filósofos, que revisten con un nuevo ropaje literario y expresivo conceptos desarrollados anteriormente. Quizá el ejemplo más claro a este propósito sea la última obra publicada: La revolución de la filosofía. Crítica de la razón simbólica. Esta situación de la bibliografía de E. Nicol ha quedado reflejada en nuestro trabajo. Nos hemos ceñido al estudio de las obras realmente fun– damentales, aunque también ofrecemos referencias del resto de sus escritos. La antropología de E. Nícol, respecto de los problemas de la histori– cidad, está inacabada. En la presentación de su obra La idea del hombre de 1946, en la que estudiaba al hombre en la cultura helénica, escribía: «En mi proyecto, un segundo volumen se iniciaría con la idea romana del hombre, pasaría del neo-platonismo a San Agustín, y comprendería el hombre medieval y el cambio del renacimiento; un tercero estaría dedicado a la evolución del hombre moderno desde Descartes hasta la crisis vital de la ciencia en nuestros días y el replanteamiento riguroso del problema de la temporalidad del ser» 740. Este proyecto no ha sido llevado a cabo. Fuera de la filosofía griega, sólo conservamos algunas indicaciones, relativamente extensas, para los demás períodos de la historia de la filosofía. Su doctrina antropológica está delineada en sus rasgos maestros, pero, en detalles concretos, carece 739 ME 10. 740 IH 11.

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